Mensaje del Jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama, durante la presentación de las medidas de protección de las áreas de conservación patrimonial y espacios de los pueblos y barrios
JEFE DE GOBIERNO, MARTÍ BATRES GUADARRAMA (MBG): Muchas gracias, amigas y amigos.
El actual territorio de la Ciudad de México se caracteriza por haber sido sede de asentamientos humanos desde hace aproximadamente 21 mil años. Hace más de tres mil años, surgió una forma de vida en Cuicuilco, una forma de sociedad, lo que hoy llamamos “civilización”; hace dos mil años, las erupciones casi simultáneas del Xitle y el Popocatépetl obligaron a los cuicuilcas a desplazarse hacia el norte de la cuenca para sobrevivir y se integraron con otros desplazados que llegaron a ese lugar y, a la postre, fundaron el esplendor de la Gran Teotihuacán.
De la época teotihuacana datan algunos de los pueblos de Azcapotzalco, así como asentamientos en todas las demás, ahora llamadas, alcaldías.
La relevancia que alcanzó Teotihuacán impulsó a muchos pueblos a buscar acercarse al entorno de la cuenca, hasta donde llegaron los antecesores de los xochimilcas y los tlahuicas; el declive de Teotihuacán no fue suficiente para acabar con los pueblos allí asentados, sino que potenció otros núcleos civilizatorios como Culhuacán, y luego, con la llegada de los chichimecas de Xolotl, el surgimiento de nuevos centros de poder, como la Ciudad de Azcapotzalco, sede central del pueblo tepaneca.
En ese contexto surgió también la ciudad lacustre de Tenochtitlan, sin que desaparecieran los demás pueblos.
De acuerdo con el Códice Chimalpopoca, a la llegada de los invasores europeos en 1519, sobre el actual territorio de la ciudad existían 12 altepeme, vocablo de la cultura política indígena que los españoles llamaron "cabeceras": Tepeyacac, Tepeyac, hoy Gustavo A. Madero; Mixquic, hoy en Tláhuac; Xochimilco, Cuitláhuac, la antigua isla de Tláhuac; Tizic, también en el actual Tláhuac; Iztapalapa, Mexicaltzingo, Culhuacán, las tres en lo que hoy es Iztapalapa; Huitzilopochco, Churubusco, hoy en Coyoacán; Coyohuacan, el actual centro de Coyoacán; Tlacopan, Tacuba, que está en Miguel Hidalgo; y, Azcapotzalco. Todos ellos tributarios de la ciudad gemela de Tenochtitlán: Tlatelolco.
Cada una de estas cabeceras estaba expandida por amplios territorios y divididas en barrios y estancias foráneas, las cuales a través de complejos procesos históricos llegaron a conformar lo que hoy llamamos pueblos.
Estos pueblos y sus barrios atravesaron de diversas formas la guerra de 1521 y las guerras del periodo virreinal, durante ese lapso resistieron diversas formas de vida que se integraron a una de por sí rica identidad cultural; esa identidad ha logrado sobrevivir al mecanismo de expulsión, fundado por el invasor occidental, para sacarlos de sus respectivos centros, comenzando por la propia Tenochtitlán, y lanzarlos hacia lugares más inhóspitos.
Esa riqueza cultural ha sido, sin embargo, el motor por el cual se ha preservado la vida durante los últimos 500 años en nuestra gran ciudad; el tejido social de los pueblos y sus barrios, su conocimiento de la naturaleza, su conciencia de lucha han formado parte de la historia de la lucha por la dignidad durante las llamadas cuatro transformaciones de nuestra historia.
En el transcurso del último siglo, estos pueblos han sido objeto del embate de las más diversas formas de despojo y, sin embargo, han sabido resistir reconociéndose como pueblos y barrios, sus pobladores conforman una de las principales fuerzas de transformación y resistencia.
Los pueblos son lugares donde vive gente trabajadora, sobre quienes los modelos de desarrollo urbano de alto impacto ahora han venido ejerciendo una fuerte presión para expulsarlos nuevamente de lo que sus ancestros construyeron; primero fue la guerra, después el despojo y ahora la enorme presión económica de ciertos modelos de desarrollo.
En la creación de medidas de protección de los pueblos, se conjunta la defensa del patrimonio cultural y la lucha contra la desigualdad, en reconocimiento de quienes no pueden tener, por poner un ejemplo, las mismas responsabilidades fiscales que un megadesarrollo comercial, o no pueden, por esas mismas razones, resistir por mucho tiempo habitando en el lugar que sus ancestros fundaron para ello, teniendo que sucumbir en algún punto a las fuerzas del mercado e irse de ahí, cancelando su derecho a los servicios, a los derechos sociales, es decir, su derecho a la ciudad.
Por eso hoy, con las medidas que vamos a anunciar, buscamos proteger a nuestros pueblos, buscamos proteger a sus pobladores, buscamos proteger su patrimonio cultural, su arquitectura, su forma de vida, buscamos proteger lo que coloquialmente se llama “cascos históricos de los pueblos”. Así, de esta manera, protegeremos a quienes representan nuestra más profunda raíz para que continúen existiendo y su fama también mientras exista el mundo. A eso se debe este decreto.
Sobre la base de un conjunto de consideraciones de carácter histórico, cultural, legislativo y de desarrollo, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México tiene a bien emitir el siguiente decreto, por el que se ordena el establecimiento de acciones y medidas para la protección de las Áreas de Conservación Patrimonial y espacios de los pueblos y barrios de la Ciudad de México que se indican a continuación:
Primero. El presente Decreto tiene por objeto ordenar el establecimiento de acciones para la conservación y preservación de las Áreas de Conservación Patrimonial y espacios que ocupan los pueblos y barrios de la Ciudad de México, con la finalidad de mantener y potenciar sus valores patrimoniales, además de evitar su pérdida o desaparición incluso, velando en todo momento por la protección de la identidad, del tejido habitacional, social y cultural fundacional de dichas zonas, en beneficio de todos sus habitantes.
Segundo. El ámbito de aplicación para los efectos del presente Decreto serán las Áreas de Conservación Patrimonial que se encuentren en pueblos y barrios de la capital, cuya fundación y ocupación data de la época prehispánica y hasta finalizar el siglo XIX, mismas que deberá determinar la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México.
Tercero. Se instruye a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México, para que determine y publicite las medidas y acciones de política urbana para la protección, conservación y consolidación del patrimonio cultural de las Áreas de Conservación Patrimonial, así como del paisaje urbano histórico y los espacios que ocupan los pueblos y barrios de la Ciudad de México en términos del presente Decreto.
Cuarto. Se instruye a la Secretaría de Administración y Finanzas de la Ciudad de México, para que realice el diagnóstico de los posibles beneficios fiscales para el cumplimiento de los fines del presente Decreto.
Quinto. Se instruye a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, para que realice las acciones necesarias para que la Comisión Institucional del Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural de la Ciudad de México analice, desarrolle y emita la opinión correspondiente sobre los proyectos de declaratoria de protección del patrimonio cultural, así como la elaboración de los planes de manejo para su publicación en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México.
El presente Decreto entrará en vigor al día siguiente de su publicación.
Muchas gracias, amigas y amigos.
Felicidades, felicidades a los pueblos y barrios de la Ciudad de México. Hasta pronto.
SECRETARIO DE DESARROLLO URBANO Y VIVIENDA, INTI MUÑOZ SANTINI (IMS): Muy buenos días, amigas, amigos, sean todas y todos bienvenidos a este Antiguo Palacio del Ayuntamiento.
Estimado Jefe de Gobierno; estimado Juan Gerardo López Hernández, secretario de Bienestar e Igualdad; querido diputado Héctor Díaz Polanco; estimado amigo, colega, Carlos Tejada, oficial nacional de Cultura de la UNESCO para México; estimado secretario de Gobierno, Ricardo Ruiz; Laura Ruiz, secretaria de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas en la Ciudad de México.
Amigas y amigos que están aquí, representantes de los pueblos y los barrios de nuestra urbe; estimados amigos de la academia, del ámbito en el que se ha trabajado tanto en el estudio sobre las identidades culturales, la diversidad, la historia de nuestra ciudad.
Esta gran, gran ciudad abreva de un largo proceso de miles de años en los que distintos, diversos, cientos de asentamientos humanos fueron haciendo del territorio de la Cuenca de México su lugar para vivir, para crecer, para desarrollarse.
Ese proceso previo a Tenochtitlan, sin embargo, a partir de la fundación de la gran Tenochtitlan, fue tomando forma de manera continua como el proceso de conformación de una gran urbe, una megalópolis que es hoy la más grande de América, una de las más grandes del mundo y que nunca ha dejado de ser en su proceso de crecimiento, a fin de cuentas, un archipiélago, una constelación de pueblos, de barrios, de comunidades que se imbrican y se han imbricado a lo largo del tiempo, de la historia y en el territorio para ser el corazón cultural y diverso de nuestra gran ciudad.
A propósito de lo que esto significa y de la importancia de tenerlo en cuenta en nuestras miradas sobre el desarrollo urbano, en 2011, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la UNESCO, emitió una recomendación, la recomendación sobre los paisajes urbanos históricos en la cual, desde entonces, definía que los conjuntos históricos están entre las manifestaciones más abundantes y diversas de nuestro patrimonio cultural común, patrimonio que se ha forjado generación tras generación y constituye un testimonio crucial del quehacer y las aspiraciones del género humano a través del tiempo y el espacio.
Para la humanidad este patrimonio urbano es un valor social, cultural y económico, caracterizado por la estratificación histórica de los diversos valores generados por las culturas sucesivas y la acumulación de tradiciones y experiencias reconocidas como tales en su diversidad.
También hay que tener en cuenta que en los tiempos actuales la urbanización se desarrolla a una escala nunca antes vista en la historia, un ritmo del desarrollo que ha generado en todo el mundo transformaciones socioeconómicas que también generan tensiones –parafraseamos aquí la recomendación de la UNESCO para los paisajes urbanos históricos–, sin embargo, ese desarrollo rápido y, a menudo incontrolado, está transformando también las zonas urbanas y sus entornos, lo que puede fragmentar y deteriorar el patrimonio urbano, afectando profundamente los valores comunitarios en todo el mundo.
La UNESCO entonces, insta a que entendamos la ciudad entera como un patrimonio cultural común, no solamente los centros históricos, no solamente los grandes monumentos, también sus tejidos sociales, culturales, comunitarios, también sus formas de organización, sus formas de tomar decisiones.
Este espíritu está presente en la Constitución de la Ciudad de México, justo esa recomendación, y también está presente en las leyes de la ciudad, como la Ley del Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural, aprobada en 2021. Ahí se apuesta ya por el equilibrio en esta tensión que existe entre la ciudad entendida como un lugar diverso democrático, incluyente, armónico para vivir y para trabajar, y las formas económicas que adquiere el desarrollo urbano.
Actualmente en la ciudad tenemos 174 Áreas de Conservación Patrimonial, definidas en estos términos por la Ley de Desarrollo Urbano y por los distintos planes y programas del desarrollo urbano; 135 de estas Áreas de Conservación Patrimonial, son los territorios de los pueblos y los barrios fundacionales de nuestra urbe, aquellos asentamientos humanos que datan de la era prehispánica, de la época prehispánica hasta el final del siglo XIX.
Creemos muy importante –como lo va a anunciar el Jefe de Gobierno el día de hoy– que es momento de revisar, de ajustar, de analizar el impacto que pueden tener el conjunto de las normas y los instrumentos de gestión del desarrollo urbano, en el equilibrio de los tejidos urbanos y comunitarios, en el espacio público, en el paisaje urbano histórico de todos nuestros pueblos y barrios originarios.
Estamos atentos, Jefe de Gobierno, a los anuncios que se van a hacer el día de hoy para que, en un proceso de diálogo y análisis, a la brevedad podamos asegurar que ese proceso en el que la Ciudad de México se ha propuesto ser cada día, con más claridad, un lugar digno y de derechos para vivir, sea un proceso en el que siempre protejamos nuestros tejidos barriales, comunitarios, culturales, fundacionales.
Muchas gracias, bienvenidas y bienvenidos.
OFICIAL NACIONAL DE CULTURA DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA (UNESCO) PARA MÉXICO, CARLOS TEJADA (CT): Muchas gracias, muy buenos días.
Quiero hacer propios los saludos de las personas que me antecedieron. Y, en particular, quiero agradecer y saludar muy respetuosamente, y en nombre de Andrés Morales, representante de la UNESCO en México, al doctor Martí Batres Guadarrama, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Muchas gracias, Inti Muñoz, secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda; y también muchas gracias, doctora Laura Ruiz Mondragón, secretaria de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes.
La Ciudad de México es la entidad del país con mayor número de declaratorias de la UNESCO, tal y como lo ejemplifican sus cinco inscripciones en la lista de Patrimonio Mundial: el Centro Histórico y Xochimilco, la Casa Estudio Luis Barragán, el Campus histórico de Ciudad Universitaria, así como los diversos puntos del Centro Histórico que forman parte del Camino Real Tierra Adentro.
La Ciudad de México es, además, integrante de la Red Internacional de Ciudades Creativas de la UNESCO como Ciudad Creativa del Diseño; y forma parte de otras redes de la UNESCO, tales como la Red de Ciudades del Aprendizaje, la Alianza de Megaciudades para el Agua y el Clima, y la Coalición de Ciudades Inclusivas.
La Ciudad de México, además, es un territorio en el cual se dan cita diversas de las manifestaciones culturales inscritas en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, tales como: las festividades indígenas dedicadas a los muertos, la cocina tradicional, la charrería y el mariachi, por mencionar algunas.
Como lo ha señalado muy bien Inti Muñoz, la recomendación sobre el paisaje urbano histórico de la UNESCO señala, que el patrimonio y las culturas urbanas, tanto en sus expresiones materiales como en sus expresiones inmateriales, constituyen un recurso capital de las ciudades para mejorar la habitabilidad y la calidad de vida de las personas, así como para fomentar un desarrollo económico, inclusivo y un bienestar social.
El futuro de las ciudades depende de la planificación y la gestión eficaz de sus recursos, entre ellos, de los recursos culturales, razón por la cual la conservación del patrimonio y la gestión cultural se han convertido cada vez más en una estrategia sustantiva para la conciliación entre el crecimiento urbano y la calidad de vida.
Es por esta razón que desde la UNESCO recibimos con mucho entusiasmo este anuncio y felicitamos la iniciativa de la Ciudad de México para adoptar acciones para la preservación de Áreas de Conservación Patrimonial y espacios de pueblos y barrios.
En los últimos años, la conservación del patrimonio urbano se ha convertido en un importante ámbito de las políticas públicas en todo el mundo, ello obedece a la necesidad de preservar los valores comunes y aprovechar el legado de la historia.
Los conceptos de cultura y patrimonio cultural han evolucionado, dando paso a una concepción de protección que ya no solo obedece a los monumentos arquitectónicos, sino que adopta una visión más amplia que toma en consideración la importancia de los procesos sociales, culturales y económicos, esta visión requiere de un esfuerzo de adaptación de las políticas existentes y la creación de nuevos instrumentos, tales como el que hoy adoptará la Ciudad de México.
Más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas. Evidentemente, las ciudades son innegables motores de crecimiento y centros de innovación y creatividad que ofrecen posibilidades de empleo y educación, y responden a las necesidades y las aspiraciones humanas, sin embargo, la urbanización suele acarrear fragmentación social y espacial, así como un grave deterioro de la calidad del medio urbano y las zonas rurales circundantes.
Ello puede deberse, en particular, a la excesiva densidad de construcción, el carácter uniforme y monótono de los edificios, la pérdida de espacios públicos y servicios, la inadecuación de las infraestructuras y, sobre todo, las lacras de la pobreza, el aislamiento social y el aumento de los riesgos frente a desastres asociados al cambio climático.
Por un lado, la urbanización trae consigo posibilidades económicas, sociales y culturales que pueden mejorar la calidad de vida y reforzar el carácter particular de las zonas urbanas; por el otro, el crecimiento urbano puede erosionar el carácter de un lugar, la integridad del tejido urbano y la identidad de las comunidades.
Algunos conjuntos urbanos históricos están perdiendo, además de pobladores, su funcionalidad y su papel tradicional. Colocar en el centro de la gestión urbana a la cultura, a la memoria histórica, a las manifestaciones culturales de los pueblos y los barrios, y a su patrimonio cultural, ayuda a afrontar y atenuar estos efectos.
Hace apenas dos años, en septiembre de 2022, se adoptó en México la declaración de la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales y el Desarrollo Sostenible; esta declaratoria, adoptada por aclamación, promulga que la cultura es un bien público mundial. Por esta razón, la promoción y protección de la cultura, entre ella la conservación del patrimonio y la memoria histórica, debe integrarse en la labor de formulación y aplicación de las políticas más generales.
Enhorabuena a la Ciudad de México por esta innovadora iniciativa, cuya innovación radica justamente en elevar y poner en el centro a la historia, a la tradición, a la memoria y a la cultura, todos ellos elementos que por muchos años han sido relegados en el quehacer de la planeación urbana, pero que, afortunadamente, y más aún con instrumentos como el que hoy adopta la Ciudad de México, comienzan nuevamente a emerger.
Cuenten, por ello, con todo el apoyo de la UNESCO para acompañarles y fortalecerles, así como para seguir haciendo de la cultura un factor de inclusión y bienestar social.
Muchas Gracias.
DIPUTADO DEL CONGRESO DE LA CIUDAD DE MÉXICO, HÉCTOR DÍAZ POLANCO (HDP): Buenos días a todos. Saludo al Jefe de Gobierno, Martí Batres, con mucho afecto, reconocimiento; y saludo a los miembros del presídium, amigos queridos, compañeros, colaboradores, etcétera.
Hoy es un día –esperemos que se convierta en costumbre– estelar, extraordinario para la Ciudad de México. Iniciamos en la mañana, en la conferencia de la mañana con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, la exposición del enorme logro alcanzado en la reestructuración, ampliación, renovación del parque de Chapultepec, una de las grandes obras con alcances nacionales, pero que tendrá, desde luego, primer impacto en nuestra gran ciudad. Es una noticia extraordinaria que se haya podido concluir esta obra enorme.
Habitualmente cuando pensamos en parques, pensamos en el Bosque de Bolonia en Europa o en el Parque Central de Nueva York; estamos hablando de un parque, del Parque de Chapultepec que, si no recuerdo mal, equivale a 40 veces el Parque Central de Nueva York, el parque más grande del mundo. No solo tiene importancia desde el punto de vista, digamos, de infraestructura de obras ecológicas, sino también cultural, y en ese sentido, se conecta con el tema que nos ocupa hoy.
Vamos a escuchar en un momento en qué consiste esta novedad. Resumo diciendo, según el decreto que va a explicar el Jefe de Gobierno con todo el detalle, que se trata de establecer acciones para la conservación y preservación de las Áreas de Conservación Patrimonial y espacios que ocupan los pueblos y barrios de la Ciudad de México.
Como sabemos, la Ciudad de México es una ciudad también peculiar a este respecto, puesto que es una de las pocas ciudades del mundo que se pueden llamar “Ciudades de Pueblos”, es decir, los pueblos y barrios de la ciudad se integraron históricamente al espacio del Valle de México y constituyen un factor clave, básico, incluso de la identidad de la ciudad misma.
Mis amigos en el extranjero cuando hablan de la Ciudad de México y la describen, no muestran asombro por los edificios y las calles, etcétera, que son extraordinarios; pero lo que dicen que es peculiar de esta ciudad es esa especie de vibración cultural que acompaña todos los espacios de la ciudad, esa vibración es el efecto de la acumulación histórica de diversos planes de identidad, de organización sociocultural en este amplio territorio.
Una vez reconocido esto, hay que reconocer también que esa realidad que todavía sigue viva, vibrando, está en peligro, está amenazada. Y, según entiendo, estas medidas de protección para las Áreas de Conservación Patrimonial y espacio de los pueblos y barrios están encaminadas justamente a preservar esta situación ampliarla, enriquecerla, restaurarlas.
Déjenme decirles que somos fruto de un proceso histórico complejísimo; no somos, como dijo algún poeta, “los hijos de la chingada”, digo yo que más bien somos los “hijos de la resistencia”, y este resultado es el que está peligrando.
Si quisiéramos usar un par de palabras para describir esto, esas palabras son fragmentación: destrucción de la unidad básica de los pueblos. El proceso de colonización básicamente fue eso, lo peor del caso es que ya en esta nueva etapa, quizás de neocolonización, seguimos permitiendo o hemos permitido que ese proceso de atomización continúe.
Desde el siglo XVII los colonizadores adquirieron sentido de la importancia de este punto, porque lo que encontraron los colonizadores fue grandes unidades sociopolíticas y culturales que poblaban toda esta región; por tanto, empezaron a provocar paulatinamente fragmentaciones, primero en los asentamientos y después buscando fragmentar los sistemas socioculturales mismos.
Recuerdo un registro del siglo XVII donde uno de los colonizadores que avanzaba hacia Oaxaca para sofocar las rebeliones indígenas, mandaba a decir a la corona, al rey: “Por favor, hay que continuar y profundizar el no permitir que se reconozca autoridad más allá de las comunidades”, es decir, estructuras políticas que acumulen comunidades.
Es así que el gran trabajo demoledor del proceso colonial consistió, básicamente, en atomizar el mundo de los pueblos originarios y esto lo tenemos en gran, gran medida en la Ciudad de México en proceso. Así que, de lo que se trata es de frenar todo lo posible este proceso, revertirlo y conservar, en consecuencia, estas unidades culturales que son esenciales para nuestra ciudad e incluso para nuestro progreso.
Históricamente se planteó como sinónimo de la destrucción de los pueblos, con la modernización, modernizar era destruir unidades culturales e incluso construir nación era eliminar pueblos indígenas. No estoy teorizando, incluso, con la obra fundacional del indigenismo integracionista, destructor de pueblos durante décadas, la obra se llama “Construyendo nación”, que significaba destruir comunidades indígenas.
Esto ha cambiado y ha cambiado sobre todo espectacularmente con la Cuarta Transformación. Para ilustrarlo, indicaré el fenómeno de cuando el Presidente de la República envió 20 iniciativas de reformas al Congreso, 18 de ellas constitucionales, y una de ellas es justamente es una iniciativa para reconocer derechos de los pueblos indígenas a escala constitucional, buscando dar una salida de efecto importante, profundo para estos pueblos, parecía que esta iniciativa sería de nuevo, como se acostumbra, tratándose de temas indígenas, la “iniciativa cenicienta” del Poder Legislativo para los fines de la reforma constitucional, que si entraba, entraría rezagada y al final.
Pero –deben recordarlo– cuando se retomó por parte de la ahora presidenta electa, Claudia Sheinbaum, el tema de las reformas constitucionales, Claudia Sheinbaum anunció que pedía, que estaba pidiendo al Congreso de la Unión que incluyera esta iniciativa de los pueblos indígenas, de los barrios, etcétera, como parte del paquete prioritario para los trabajos de reforma constitucional venideros, con lo cual tenemos no cinco, sino seis iniciativas, sumando la indígena, para los fines de la nueva etapa transformadora de la 4T.
Quiero concluir con lo siguiente, casi ninguna cosa importante lo es realmente, si no se vincula con los grandes procesos que estamos viviendo como humanidad y creo que este es un tema, precisamente con esa característica: ¿qué es lo que se está planteando a escala universal en este momento? La protección de lo común es nuestra única salida, nuestra única posibilidad como sociedad, incluso como especie.
Resumo: se trata de la llamada ahora “Edad del Antropoceno”, la edad en que el hombre empezó a modificar el ambiente, el paisaje, etcétera, etcétera; lo hizo a merced de un régimen –y con eso concluyo– implacable: el capitalismo, que se está estudiando ahora con ese nuevo enfoque que indica, en síntesis, el desarrollo de este sistema indefectiblemente, necesariamente provoca la destrucción de lo común y lo común es justamente la vida en comunidad, la identidad, los territorios comunes; de hecho, hasta el siglo XVII, las tierras, etcétera, se le llamaban “los comunes”, así se le llamaban, no es un invento contemporáneo.
La necesidad entonces de retornar al reconocimiento, primero, a la protección, después, a la ampliación más allá de toda restricción que establezca el sistema económico, es decir, poner en primer plano el interés de lo común sobre el interés de lo particular, que solo quiere expandirse en nuestras ciudades sin control, es el gran asunto de nuestro tiempo y en nuestra ciudad también.
Por tanto, esta propuesta del Jefe de Gobierno, Martí Batres, es enormemente importante, es un llamado a que recuperemos el camino perdido durante décadas y décadas de destrucción cultural, ambiental y, en una palabra, de destrucción humana.
Así que saludo con gran entusiasmo esta propuesta que escucharemos en sus detalles enseguida.
Gracias por la atención, gracias.