Mensaje del director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, y del nieto del General Francisco Villa, Francisco Villa Campa, durante la ceremonia de conmemoración del 98 aniversario luctuoso del General Francisco Villa

Publicado el 20 Julio 2021

NIETO DEL GENERAL FRANCISCO VILLA, FRANCISCO VILLA CAMPA (FVC): “Yo soy uno de los Dorados, de ese, mi General Villa; tengo 10 grados ganados, y pronto seré cabecilla”

Muy buenos días a todos; Jefa de Gobierno, distinguido presídium, familia, amigos todos.

Antes que nada, quiero expresar mi reconocimiento a todo el personal de salud que hoy día, están dando la gran batalla; mi cariño a quienes hemos enfermado y hemos salido adelante; mis condolencias a todas las familias que hemos perdido a un familiar en esta contingencia. La familia Villa ha sido afectada y hemos perdido a grandes seres, que ya no están con nosotros.

Pero, a pesar de esta prueba, vamos a salir adelante, porque somos un pueblo de guerreros, iniciamos una Independencia, nos levantamos en armas en una Revolución y vencimos a gobiernos corruptos.

Disculpen, fuera de protocolo es difícil decir palabras, mi hermano era médico –aquí en la Ciudad de México– del Sector Salud, y murió por COVID en diciembre; mi primo, Agustín, también murió por COVID, y hoy estrían aquí con nosotros; es una prueba muy grande, pero estoy seguro que vamos a salir adelante.

Creo que juntos… juntos, de la mano con nuestro Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, seguiremos construyendo un México de Derechos, un México donde no existan las injusticias.

Desde aquí le queremos decir a nuestro Presidente: ¡Ni un paso atrás! Tiene nuestra lealtad, y tiene nuestro compromiso para seguir luchando día a día por México.

Ahora bien, desde esta tribuna, muy cierto y muy comprometido, queremos reconocer la labor altruista, queremos reconocer el amor por México, queremos reconocer el trabajo por los que menos tienen.

Nosotros, como “Fundación Visión Villista” queremos dar, otorgar el reconocimiento a los mexicanos que día a día están trabajando por su Patria, que día a día están trabajando por un México mejor.

Vamos –en este acto– a dar el reconocimiento a un duranguense, a un hombre de corazón limpio, a un médico de profesión, oftalmólogo; que me ha tocado conocerlo con el paso del tiempo y hemos visto su labor altruista, el amor a su prójimo, sin distinción de clases; a un hombre que en nuestro pueblo se le acercan a pedir apoyo y no media recurso económico, él siempre está presto para poder apoyar a su pueblo.

Por eso, el día de hoy queremos reconocer al doctor José Ramón Enríquez, por ese trabajo que ha venido realizando.

“El doc” –como lo conocemos allá en Durango– llena las expectativas de la gente, aquí no se trata de que, si tenemos más o tenemos menos, aquí se trata de que somos iguales todos y tenemos que construir un México día a día y que no tenemos que echarnos para atrás.

Por eso, doctor, le solicito su presencia aquí conmigo, Martín, como familia –por favor–, queremos otorgar el premio al mayor de los Dorados, que es una distinción que la familia da a los mexicanos comprometidos por su país.

¡Ni un paso atrás, doctor! –así como le decimos con nuestro Presidente–, tiene nuestro apoyo y nuestra lealtad; ¡Ni un paso atrás!, y hay que seguir construyendo un México de Derechos para todos.

DIRECTOR DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA (FCE), PACO IGNACIO TAIBO II: Corren ustedes un riesgo, invitarme a hablar de Pancho Villa es peligrosísimo, puedo pasarme aquí cuatro horas contando historias porque entiendo que Villa es algo que está enclavado en las entrañas de eso que llamamos memoria colectiva, un país.

Villa es un fantasma que sigue recorriendo la historia de México, sometido a anécdotas, historias, historias menores, a trabajos serios de investigación, recuentos; y, también es un fantasma sobre el que se arroja basura con una alegría notable, la leyenda negra antivillista –generada por carrancistas y obregonistas en su día– nos sigue persiguiendo y no hay año en el que no aparezca algún furibundo antivillista distorsionando y manipulando la historia para mostrar lo salvaje que era, lo terrible que era, lo polígamo que era.

Y, entrar en la historia con mente abierta, pero con cariño y, sobre todo, con sorpresa, al encontrarse a un personaje como Pancho, te va creando una relación diferente.

Yo… puebla mis sueños, se me aparece de repente a tirarme los rollos más raros del mundo, o a sugerirme cosas como: “Paquito, deja el alcohol porque el alcohol es malo y es el peor enemigo de la Nación”, pero me lo dice a mí, que soy abstemio desde los 15 años; o sea, que son como mensajes de ultratumba, pero también Villa me dice mensajes que vienen de las recolecciones de cientos de anécdotas como, por ejemplo, Villa me dice: “¿cuánto debe ganar un maestro? Debe ganar lo mismo que un General porque es más útil”, textual, compañeros.

Cuando abre la escuela en Canutillo –el último refugio del villismo después de haber sido derrotado–, los sueldos de los maestros se equipararon a los sueldos de los generales, y uno queda asombrado ante esta mentalidad igualitaria que recorre toda la vida de Villa, toda la vida la recorre.

Siendo gobernador de Chihuahua, está en una gira –el primer día de su gobierno– y observa a un grupo de chamaquitos jugando fútbol en la calle, le pregunta a uno de los acompañantes de la escolta: “¿no tienen...?, ¿qué hacen ahí?, ¿no tienen escuela?”, le dicen: “no, aquí no hay escuela”; y, Villa gira la vista en torno a la plaza y dice: “¿qué hay ahí?”, y le dicen: “pues, ahí había una oficina del…”, “había, desde este instante, es escuela.

Y Villa, en 30 días funda 50 escuelas en Chihuahua, paga a los maestros y las pone a caminar -híjole, cómo añoramos este estilo directo de los hombres y mujeres de la 4T, que peleamos contra la burocracia estatal todos los días–; las escuelas de Villa, en un día estaban funcionando, ahí estaban los chamacos, ahí estaba el dinero para los maestros y ahí estaban los edificios que, con el dedo, Villa iba señalando: “ese”.

Esta mentalidad, esta conexión de Pancho Villa con la profundidad de las necesidades de la Nación, forma parte del fantasma; y hay cosas que hay que recordar, pues hay que recordar que Villa era un hombre que nunca durmió en el lugar en donde se acostó y, uno dirá… bueno, yo cambio de lado en la cama, pero no llego a tanto.

Villa –amparado por su pasado de bandolero y de prófugo de la Ley–, llegaba, se acostaba –todo el mundo controlaba dónde se había ido a dormir Pancho Villa– y se salía por la ventana para dormir a 200, 500 metros de ahí, con la rienda del caballo amarrada al pie.

Que Villa era un personaje que, yo le registré veintitantos matrimonios; y, sin embargo, era un polígamo a su estilo, una por una, porque además, yo no creo que amara tanto la condición de poligamia, como lo que le gustaba, era tener compadres y, cada vez que entablaba una relación amorosa en Durango, en Chihuahua, en La Laguna, pues esa relación amorosa creaba vínculos de compadrazgo.

Pero, además, Villa protegió a los hijos de sus compadres muertos en combate, y llegó un momento en el que no sólo tenía veintitantos hijos, si no tenía otros 20 más adoptados, y a todos les dio de comer, su salario del General se iba en mantener a los chavitos, nunca abandonó a uno de sus hijos y, es por eso que la familia Villa es tan prolija y abundante y está por todos lados.

Y me la paso platicando con ellos diciendo: ¿Usted de cuál de los Villa? No, y doy certificado de villanidad histórica, diciendo: “no, pues sí, usted es Villa de a de veras”. Hasta que un día se me apareció uno que me dijo: “mire, yo soy de no sé dónde, y yo soy nieto de Villa”; estaba a mi lado Gerardo Segura, el historiador, reviso los papeles y digo: “desde luego”, firmo mi libro “este señor es nieto de Pancho Villa”, y se fue.

Y me pregunta Gerardo: “oye, ¿pero es nieto?”, y dije: “no ¿pero viste qué contento se fue?” Porque está encarnado, está enraizado, Villa es el personaje que de repente en León convoca a los maestros de escuela a las 12 de la noche en la estación del tren y les dice: “saquen los sombreros y saquen los abrigos” y empieza a darles maíz, frijol y harina.

Eso es lo que construía, Villa es el hombre que, cuando desfila en Torreón, rumbo a La Batalla de Zacatecas, está parado a un lado del… no usaba templete, porque era muy mal orador, era orador de rollo corto, su verbo se le iba en el chisme, en la anécdota, la conversación de fogata, y estaba ahí parado a un borde e iba diciendo: “tú… ¡eh! ¿tú eres Pacho, el panadero?, iba reconociendo los 6 mil hombres que desfilaba.

Este enraizamiento en lo popular, no puede ser olvidado. Villa es el furor, la rabia, la rabia brutal de una sociedad que se revela contra el porfirismo por razones de sangre; Villa es el que representa a los asesinados por las acordadas y los rurales, a los campesinos que les robaron las tomas de agua para dárselas al ganado y quitárselos a los chivos de las comunidades campesinas.

Villa es el que combate el cúmulo brutal de injusticia que generó el porfirismo, y es el que lo lanza a la revolución.

Podríamos estar contando mil de anécdotas de ese Villa, podemos contar que, si algún amor tenía en la vida, eran los sombreros y, de las 400 fotos que he revisado en mi vida –de Pancho Villa– hay 13 que no trae sombrero; una, porque está nadando –está canijo nadar con sombrero, ni Villa era capaz de tal cosa–; otras, porque está jugando frontón, era muy buen jugador de pelota vasca; y, la tercera es porque está frente a la tumba de Madero, llorando y saca un pañuelón –¿de dónde lo habrá sacado?– para quitarse los mocos y las lágrimas porque, si algo tuvo Villa a lo largo de su vida, fue una fidelidad brutal, total, hacia aquellos que le parecía legales, hacia ejidos que le parecían que estaban de lado del pueblo.

Y Madero… admiraba en el valor de Madero, el valor enloquecido de Madero y admiraba la consecuencia entre palabras y los hechos, y trato de salvarlo antes de la Ciudadela, mandándole mensajes, donde decía: “esos curros te van a matar”; y Villa, desde la cárcel –injustamente detenido–, estaba intentando salvar a Madero, y no pudo.

Y este amor, esta final fidelidad a las gentes –creía–, estaba en enraizada en algo muy curioso; el “Gera” Villa tenía un detector de mentiras, lo había creado a lo largo de su vida juvenil como prófugo bandolero, fugado, mil empleos diferentes; “Gera”, oía a alguien, lo veía y le adivinaba el dobles y notaba esta discordancia entre lo que dice y lo que va a hacer, y este detector le salvó la vida.

Pero también está en todas las fotos, sus fotos con Carranza son maravillosas, se retratan juntos y uno mira para un lado y el otro mira para el otro para no verse, sí, Villa anticipaba que Carranza se deslizaría hacia el lado del conservadurismo y lo veía venir.

Su actitud frente al dinero: llegan los enviados de Carranza y le llevan 1 millón de pesos, Villa los recibe ante el asombro de la burocracia naciente del carrancismo que de repente dice: “bueno, mi general”, y Villa dice: “no, no, no, ahí están, ponlos ahí, las alforjas ponlas ahí”; y, empieza a llamar: “a ver, Juan, vente pa’ acá, para el mantenimiento de los trabajadores de la mina”, no sé qué –y agarra un fajo y lo tira– “oiga, acá, las viudas, hay que pagarle a las viudas de Chihuahua, ¿sí?”.

Y, entonces, el burócrata que lo está ateniendo –ay, cómo añoramos que esas cosas pasen en la Cuatro T–, y el burócrata diga: “Y, ¿no los va a contar, mi general?”, y Villa le contesta: “el dinero es para gastarlo en lo que el pueblo necesita y no pa’ contarlo”, y así reparte el millón que le trajeron los carrancistas; ni un centavo de esos se perdió porque La División del Norte era una máquina de guerra popular, la gran máquina que ha construido la historia de México.

No quiero seguir demasiadas horas aquí contándoles Villa, lo que sí les quiero decir es que Villa está, ese fantasma permanece y es nuestro y está encarnado, y somos muchos más los villistas de lo que parece en este país que creemos que, de alguna manera, que la razón de ser es el servir al pueblo, es ponerse del lado de los humildes, de los pobres, de los agraviados y eso es la esencia del villismo.

Durante años desplegaron un cajón de calumnias, todas tenían una pequeña base histórica para fundamentar –la mentira no es buena mentira si no tiene un pedazo de verdad–, pero han sido destruidas y desmontadas.

Quisiera ir al lugar común de decir: “Villa vive, la lucha sigue”, pero no es un lugar común, somos los que somos, porque venimos de donde venimos y porque vamos a donde vamos e, insisto, no se olviden: Villa fue asesinado por servir al pueblo.

Buenos días.