Mensaje de la jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina; y la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez Mina, durante la entrega de las llaves de la Ciudad de México
Mensaje de la jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina al entregarle las llaves de la Ciudad de México a la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez Mina
JEFA DE GOBIERNO, CLARA BRUGADA MOLINA (CBM): Buen día a todas y todos. Saludamos a todos los invitados e invitadas; –nuestras–, alcaldes y alcaldesas, gracias por venir.
También a la comitiva especial, a las senadoras; a todos los integrantes del gabinete de la Ciudad de México. Al presidente magistrado Rafael Guerra, a la presidenta del Congreso de la Ciudad de México, la diputada Martha Ávila, y a todos los que nos acompañan, a los medios de comunicación.
Distinguida vicepresidenta de la República de Colombia, Francia Elena Márquez Mina. Sea usted bienvenida a la Ciudad de México, capital de la transformación.
Hoy conmemoramos, 10 de abril, el asesinato a traición de Emiliano Zapata, dirigente indígena, campesino, símbolo de la resistencia y también de la persistencia, que representó los anhelos de todo el pueblo que buscaba justicia y no sólo cambiar al gobierno.
Así que, qué mejor día, para que podamos hoy reafirmar nuestra hermandad con el pueblo y gobierno de Colombia. Y me honra hacerlo de la mano de la primera mujer afrodescendiente en ocupar la vicepresidencia de Colombia.
Su sola presencia en los espacios de poder, representa una transformación profunda. Bienvenida, vicepresidenta. A usted, querida Francia, la acompaña todo su pueblo.
Y le acompaña también la memoria de las mujeres que lucharon antes. Y la acompaña la esperanza de las que vendrán. Reconocemos su lucha incansable por la justicia, contra el racismo, por los derechos de las mujeres y por la vida digna de quienes históricamente han sido excluidos. En el corazón de la región del Cauca, una tierra marcada por la resistencia y la riqueza cultural afrodescendiente, se encuentra La Toma, un territorio ancestral donde en 1636, fueron llevadas comunidades africanas para trabajar.
Desde entonces, estas comunidades han preservado su vínculo con la tierra y los ríos que recorren las montañas del sur-occidente colombiano, como el río Ovejas, fuente de vida y también símbolo espiritual. Es en este territorio, en donde nació y creció Francia Márquez.
Una mujer afrocolombiana que ha convertido su historia de lucha en un camino de transformación para todo un país. Ambientalista, lideresa social y defensora incansable de los derechos humanos, de la naturaleza y de las mujeres.
Francia emerge desde las bases de su comunidad, para convertirse en la primera vicepresidenta afrodescendiente de Colombia.
Su trayectoria no sólo es reflejo de la fuerza de las mujeres negras del Cauca, sino también una reivindicación del papel de las comunidades marginadas, en la construcción de un país más justo, equitativo y consciente del valor de sus raíces ancestrales.
Al entregarle estas llaves, celebramos su papel como dirigente de los pueblos del sur global y como símbolo viviente de una política distinta; una política que cuida, que repara, que escucha. Una política que no administra privilegios, sino que construye derechos.
Como usted misma lo ha dicho, una política donde los “nadies” dejan de serlo, para convertirse en protagonistas de su historia.
Francia Márquez reivindica la voz de los que no tienen voz. La voz de los excluidos de siempre, y es una voz poderosa que cimbra y transforma.
Nos une la Utopía de un mundo donde la justicia se haga costumbre. Nos une la lucha de nuestros pueblos y nos une también el ideal bolivariano de América Unida.
México y Colombia están unidos por historia, por cultura y un sólido intercambio comercial. Hace más de 200 años, en 1823, México y Colombia suscribieron su primer tratado de amistad y cooperación.
Establecieron que desde ese momento y para siempre, se unirían para defender y defenderse, y mantener su independencia y soberanía ante la nación española y ante cualquier otra dominación extranjera.
Desde entonces, nuestros pueblos han caminado juntos y han levantado la voz por la libertad, la paz y la justicia social. Nos une el grito precursor de la independencia; nos une la música, la lengua, la literatura.
Esta ciudad es la tierra de Octavio Paz, de la Piedra de Sol y El Laberinto de la Soledad. Pero también fue hogar de Gabriel García Márquez, de Arcadio, Úrsula, Amaranta y de las grandes mariposas amarillas.
Los 100 años de Macondo y los 700 años de esta Ciudad de México, se unen en el tiempo y el espacio. Sepa usted que el pueblo de México siempre estará al lado del pueblo colombiano.
Somos orgullosos depositarios de nuestro pasado y la Ciudad de México, esta ciudad, es una construcción milenaria. Es una sucesión de culturas y civilizaciones que hicieron de esta cuenca un lugar donde vivir.
Hace 700 años, el pueblo Mexica, al cabo de siglos de peregrinaje, se asentó en este valle. La ciudad que construyeron, la gran Tenochtitlán, mantiene aún intacta su fama, nunca una ciudad tan maravillosa, se alzó desafiando el agua de los lagos.
Aquí se reúne la diversidad de nuestro país y de la de muchas otras culturas del mundo. Somos una ciudad pluricultural, pluriétnica y plurilingüística, y con mucho orgullo lo decimos.
Somos una ciudad abierta al mundo; tierra de exiliados y refugiados, de las personas que huyen de la tiranía o del hambre y que encuentran consuelo en este lugar.
Con profundo orgullo, nuestra ciudad abre sus puertas a una mujer cuya voz se ha convertido en la voz de muchas y muchos.
Permítame usar las palabras de Gabriel García Márquez sobre Latinoamérica. Dice así: “Frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios, ni las pestes, ni las hambrunas, ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas, a través de los siglos y los siglos, han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”. Eso dice, eso dijo Gabriel García Márquez.
Vicepresidenta, la entrega de las llaves de la Ciudad de México, responde al deseo profundo de honrar una trayectoria de vida tejida desde la resistencia, la lucha y la esperanza.
Querida Francia Márquez: reciba usted la Llave de la Ciudad de México, que lleva consigo la fuerza simbólica del ajolote, el Dios prehispánico Xólotl, que es quien lo representa, que guiaba al sol en su viaje diario al inframundo, para llevar luz.
Hermano gemelo de Quetzalcóatl, Xólotl representaba la transformación, la luz, la protección y el renacimiento. El ajolote es capaz de regenerarse, así como quienes han sabido abrirse camino desde la raíz, guiando su pueblo y llevando dignidad y esperanza de cambio. Xólotl simboliza el ajolote, entonces simboliza transformación.
Excelentísima vicepresidenta de Colombia: en nombre del pueblo y del Gobierno de la Capital de los Estados Unidos Mexicanos, me honra concederle las Llaves de la Ciudad de México.
Llaves que son símbolo de libertad y fraternidad. Esta gran ciudad la recibe con el corazón y los brazos abiertos, y la declara huésped distinguida.
Bienvenida, vicepresidenta. La Ciudad de México es su casa y usted tiene la llave.
VICEPRESIDENTA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA, FRANCIA ELENA MÁRQUEZ MINA (FEMM): Muchas gracias.
Un saludo especial a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina; al magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, Rafael Guerra Álvarez; a la presidenta de la mesa directiva del Congreso de la Ciudad de México, Martha Soledad Ávila Ventura; a la senadora de la República de México, Beatriz Mojica Morga; a la ministra encargada de negocios de la Embajada de Colombia en México, Pilar Vargas Álvarez.
Al director general de América del Sur, embajador Pablo Monroy Conesa, gracias. Al representante de la ONU Mujeres en México, Moni Pizani Orsini; al director de Pro Colombia en México, Mateo Gómez González. Y un saludo especial a las alcaldesas de la Ciudad de México, secretarios de Gobierno de la Ciudad de México, coordinadores de asuntos internacionales y demás funcionarios que nos acompañan hoy.
Saludo a todo el pueblo mexicano y por supuesto, a los medios de comunicación que nos acompañan.
Recibo con humildad y gratitud, esta distinción que me confiere esta ciudad emblemática, llena de historia, de resistencia y de dignidad.
Agradezco a la jefa de Gobierno, y a todas las autoridades invitadas aquí presentes, por esta cálida bienvenida, y por abrir las puertas de este territorio, que representa tanto para América Latina, el Caribe, y por supuesto para Colombia.
Quiero enviar un saludo especial a la señora presidenta Claudia Sheinbaum. Le transmito mi más profunda admiración y respeto, en nombre del pueblo colombiano.
Recibo las llaves de esta Ciudad de México, y soy reconocida, soy reconocida como huésped distinguida. Es un honor que recibo con profundo agradecimiento.
Para mí, una mujer afrodescendiente, de territorios históricamente excluidos y marginados, este reconocimiento no es a Francia Márquez; este reconocimiento es por supuesto a mis abuelas, a mis ancestras y a mi pueblo, el pueblo colombiano, que con esfuerzo, con esmero, con dedicación, todos los días trabaja de manera incansable por la paz, por la justicia y por la dignidad.
Estoy feliz de estar aquí. En cada rincón de la Ciudad de México se siente la fuerza de quienes han hecho historia, de quienes han construido el camino, de quienes han hecho resistencia.
Y hoy, como ya lo dijo nuestra hermana, exaltamos la memoria de quienes hicieron el camino y que les costó la vida transitar ese camino, para hoy llegar aquí. Como es Emiliano Zapata, héroe, mártir de la Revolución Mexicana, quien llevó la voz de los campesinos; quien llevó la voz de un pueblo que aclamaba justicia.
Hace ya casi un siglo, pero también exalto las figuras contemporáneas, como la presidenta Sheinbaum, que hoy es una inspiración no sólo para los pueblos latinoamericanos, sino para las mujeres en Latinoamérica, el Caribe y para muchos otros lugares en el mundo.
La conquista de México, en materia de reivindicación social, ha sido inspiración para reformas y procesos de transformación en toda Latinoamérica y el Caribe.
Acepto este reconocimiento que la Ciudad de México me confiere, resaltando los principios, los logros, que como vicepresidenta de la República de Colombia, acompañando al señor presidente Gustavo Petro Urrego, hemos avanzado.
Quiero contarle a México que desde Colombia también seguimos caminando sus pasos. Que estamos trabajando por cerrar las brechas de inequidad y desigualdad, en uno de los países más desiguales e inequitativos.
Por eso, del inicio de campaña anunciamos la necesidad de crear una estructura dentro del estado, en el que se pensara la garantía de los derechos de los más excluidos y marginados, como lo dice Eduardo Galeano, de los “nadies”, de las “nadies” de nuestro país.
Por ello, entonces, hoy el Ministerio de la Igualdad y la Equidad es una realidad, una realidad para la garantía de los derechos de las mujeres. Una realidad para la garantía de los derechos de los pueblos indígenas, afrodescendientes, raizales, palenqueros, rom.
Para las poblaciones diversas, LGBTIQ+, para la población con discapacidad, para la población campesina, pero sobre todo para la juventud que tristemente todavía sigue muriendo en las calles de nuestras ciudades, en nuestro país.
Este ministerio tiene la misión de cerrar las brechas de inequidad en los territorios excluidos y marginados. Territorios que paradójicamente son ocupados mayoritariamente por poblaciones étnicas, indígenas, afrodescendientes históricamente discriminadas.
Impulsamos también la creación del Sistema Nacional de Cuidado, y hoy le digo a México, a América Latina y a Colombia, que nuestro sistema de cuidado es una realidad, poniendo el enfoque del cuidado comunitario, pero alivianando la carga que hemos asumido como mujeres, entendiendo que el patriarcado nos ha impuesto la tarea del cuidado, y que hoy es la necesidad de repensarnos el cuidado desde un enfoque colectivo y comunitario.
Hemos creado un CONPES para el fortalecimiento desde el estado colombiano, de las formas y las prácticas propias de cuidado comunitario, con un presupuesto de 25 billones de pesos colombianos, para un período de 10 años.
Esto, sin dudas, será una política de vanguardia que nos permitirá en Colombia, la reconstrucción de nuestro tejido social tan roto, tan herido, por el conflicto armado, por el abandono y por la exclusión.
Pero hoy quiero desde aquí invitar a América Latina, al Caribe y al mundo, a pensarnos juntos un Sistema de Cuidado Latinoamericano que nos permita reconstruirnos como sociedad y como región. Hoy, cuando la vida se pone en riesgo en el planeta, una civilización del cuidado es necesaria.
También estamos cumpliendo con una deuda histórica. Y es que hemos creado la Comisión Nacional de Reparaciones Históricas, sobre los efectos del colonialismo, del racismo y de la esclavitud.
Esta comisión busca investigar, profundizar sobre los daños, a propósito del sistema judicial, esperamos nuestros sistemas judiciales nos acompañen, para poder identificar los daños, las pérdidas y los impactos que el colonialismo, que la esclavitud y el racismo están generando y siguen generando en millones de seres humanos.
Este sistema, esta comisión de reparación, tiene por propósito la restauración de la dignidad de las personas racializadas.
Estamos convencidos de que ha llegado la hora de reconectarnos como diáspora. Por eso impulsamos la estrategia Colombia-África 2022-2026, fortaleciendo los vínculos políticos, comerciales, culturales, con el continente africano.
Llegó la hora de una mirada hacia el sur global. Y hemos propuesto, ayer se conmemoró, ayer se le entregó a Colombia, la presidencia pro témpore de la CELAC, y yo creo que llegó el momento, y hay la necesidad, de fortalecer las relaciones del Caribe en Latinoamérica, con el continente africano.
Hoy más que nunca, Latinoamérica, África y el Caribe deben estar unidas, juntas, trazando un horizonte en favor de la dignidad, de la libertad y de la justicia.
Hemos promovido la autonomía económica para las mujeres, sabiendo que es una prioridad para transformar las violencias patriarcales que nuestro país y en nuestra región latinoamericana, le cuesta la vida todos los días a las mujeres.
Por ello, creamos el programa “Ella exporta África”; un programa que el año pasado ganó el premio internacional de la Organización Mundial del Comercio, como uno de los mejores programas que promueve la equidad en el comercio internacional.
Hoy le propongo a México, y le invito a la Ciudad de México, a que podamos comerciar entre mujeres. Ello implica, ello implica una revisión de mecanismos y los instrumentos de comercio que siguen siendo una barrera que impide o no facilita, el intercambio entre nuestros pueblos, y más el intercambio entre mujeres. Fortalecer la autonomía económica para las mujeres, es fortalecer la dignidad para nuestros pueblos.
Por último, recibo las Llaves de la Ciudad de México, como un símbolo y un compromiso para continuar abriendo puertas para la igualdad y la equidad, con acciones que nos permitan impactar las condiciones de vida de las poblaciones históricamente excluidas.
Seguiré trabajando con el corazón bien puesto, hasta lograr que la dignidad se haga costumbre.
Muchas gracias.