Mensaje del Jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama, durante la presentación del libro "El Zócalo"

Publicado el 27 Septiembre 2024

JEFE DE GOBIERNO, MARTÍ BATRES GUADARRAMA (MBG): Quiero empezar, por agradecer la presencia aquí de Nelson Palomo, no lo conocía, pero me lo presentó Humberto Musacchio, además me dijo: “es hermano de Palomo, el caricaturista”, ya con eso, en un proceso de transferencia, pude admirarlo también. Muchas gracias por tu colaboración en este trabajo.

Quiero agradecerle a Humberto Musacchio, él es, junto con Palomo, el autor de esta idea de sacar este libro. A Humberto lo conozco desde hace mucho, lo conozco desde antes de que él me conociera, pero, de todas maneras, me conoce desde hace mucho, nos conocemos desde hace mucho, porque yo iba al Unomásuno a entregar unas cartas cuando era adolescente, tenía unos 14, 15 años y ahí escribía Musacchio y entonces ahí me lo encontraba, yo lo veía a lo lejos y decía: "Oh, ahí está un intelectual, Musacchio".

Y luego, a lo largo del tiempo he tenido la oportunidad de seguir tratándolo y he platicado con él, me ha dado esa gran oportunidad. Siempre es una plática muy rica de información y de ideas la que he sostenido con él y cuando publiqué un primer libro, en el año 2000, fue mi comentarista, ahora yo voy a comentar el libro de Musacchio. Muchas gracias, Humberto.

Le agradezco también a Inti y a Argel, son dos compañeros extraordinarios. Ahora son funcionarios, pero los conozco desde que éramos estudiantes, ellos un poco más jóvenes que yo, pero nos conocemos desde la lucha del CEU en la UNAM, que compartimos con Claudia Sheinbaum y con muchos otros, con Jesús Ramírez Cuevas y con Hugo López-Gatell, y con Fabrizio Mejía y con muchos más, ahí nos conocimos.

Pero aquí les comento, cómo me han ayudado en este lapso. Es más, ya siendo secretario de Gobierno, ambos me visitaron en algún momento para platicar sobre la política-política, y de alguna forma animarme a mirar hacia la Jefatura de Gobierno, y platicamos desde entonces y llegando a la Jefatura de Gobierno me ayudaron mucho, mucho a sacar iniciativas, iniciativas y más iniciativas políticas en un plazo muy corto.

Quiero agradecerle mucho a Inti Muñoz y a Argel Gómez, dos excelentes servidores públicos que, además, con una muy buena formación política e ideológica desde muy jóvenes, que no han dejado de nutrir.

Ustedes, los aquí presentes… espérenme, también quiero agradecerle a Daniela, mi esposa, sí, pues si no luego llego a la casa y… Quiero agradecerle a Daniela su presencia y además siempre su ayuda, su espíritu para sacar cosas adelante. Fue una de las que también, cuando se empezó a hablar de la idea de la Peatonalización del Zócalo, me preguntaba mucho si: “¿Ya? ¿Ya? ¿Ya?”, entusiasta de esta idea, quiero decirles. Gracias, Dan, muchas gracias.

Ahora, quiero confesarles que ustedes no son los primeros en recibir el libro, aunque hoy es el día de la presentación. El libro salió a cuento el otro día que le entregamos el Pergamino de Visitante Distinguida a Ada Colau, ex alcaldesa de Barcelona. Hablamos mucho de los temas de las ciudades y ella es una apasionada de los temas del espacio público, de la vivienda social y de esos temas urbanos que a nosotros también nos entusiasman mucho, entonces platicamos un rato largo antes de darle el Pergamino y luego platicamos un largo rato más largo, después de darle el Pergamino, y ahí intercambiamos algunos obsequios y le entregué, entre otros, este libro.

Los más emocionados eran los asesores que venían con ella, entonces también les entregamos el libro y ellos, la verdad, se veían más emocionados que cuando le entregamos el Pergamino a Ada Colau, porque inmediatamente vieron el libro, abrieron el libro, lo agradecieron al infinito.

Y yo les pregunté un poco los motivos de su entusiasmo y me dijeron: “Es que esto es único, esto solo pasa aquí”, les digo “bueno, pero hay otros zócalos. Es más, a mí me dijeron mis asesores que la Plaza de Tiananmén era más grande que el Zócalo”, y me dijeron, “pues sí es más grande que el Zócalo, pero no hay muchas libertades ahí, eh”, y ya hicimos un poco de memoria y, en efecto, no es precisamente un espacio de amplia libertad, históricamente hablando.

Pero empezaron a comentar que mucho de lo que sucede en el Zócalo no sucede en los centros históricos de diversos lugares del mundo, el Zócalo es muy especial y ahorita voy a retomar el tema.

El Zócalo es el principal espacio público del país. Debe su nombre a la plataforma que se comentó y que en el libro se relata, de aquel monumento que no se llegó a construir, pero la palabra “zócalo” en realidad indica la existencia de una especie de tarima, un basamento, una base, que eso es lo que quiere decir “zócalo”, pero la palabra se quedó, se adhirió y así se conoció al Zócalo.

Esta explicación me la dio mi papá hace muchísimos años, me dijo: “Es que el zócalo es una plataforma y antiguamente se hizo una ahí y por eso se llama Zócalo, y de ahí todos los zócalos se llaman zócalos en el país”, la palabra se fue adoptando y extendiendo.

Es el principal espacio público, pero no es el único, y hemos querido aquí en la ciudad, en este lapso breve que me ha tocado, rescatar al máximo el espacio público, entonces hemos realizado acciones muy diversas.

Por ejemplo, cuando llegué a la Secretaría de Gobierno estaba ocupado el Eje 1 Norte que está a la altura de Tepito, son cinco carriles y había uno libre, y los otros cuatro estaban llenos de comercios, chelerías, en fin, hasta bailaban ahí, había espectáculo, etcétera; y sin uso de la fuerza logramos convencer de que se retirarán del Eje vial y rescatamos un espacio público, sobre todo para el transporte público e individual.

Ya en la Jefatura de Gobierno recuperamos un tema que traíamos, que era la queja de los vecinos de la Avenida Coltongo, por las más de 7 mil tarimas que estaban distribuidas en sus banquetas, que hacían inutilizables las banquetas, la gente tenía que bajar al arroyo vehicular y rescatamos ese espacio también, quitamos las tarimas y rescatamos las banquetas para la gente.

Hace también algunos meses dimos un paso para rescatar un lugar que se llama “El Parían”, el que me lo pidió originalmente fue Pablo Gómez, el papá de Argel, que me dijo: “Si llegas a Jefe de Gobierno, no te olvides de ‘El Parián’, hay que rescatarlo”. Es un inmueble de 18 mil metros cuadrados que está en el Barrio de San Lucas, cerca del centro de Coyoacán, que llevaba 25 años, o más, totalmente abandonado, inutilizado y pues preguntamos si el inmueble tenía alguna falla estructural, nos dijeron que no y dijimos: “entonces vamos a limpiarlo”.

Le preguntamos a la comunidad si aceptaba que hubiera un centro comunitario ahí, porque ellos no estuvieron de acuerdo en que se hicieran oficinas, ni proyectos inmobiliarios, ni nada por el estilo. Estuvieron de acuerdo y ahora es un centro comunitario de gran tamaño, todavía no ha terminado de ocuparse por el espacio que es.

Rescatamos otros espacios y al mismo tiempo aprovechamos para hacer justicia social o al revés, hicimos justicia social y aprovechamos para rescatar el espacio, que fue en la calle Roma, había un campamento de la comunidad otomí, había unos campamentos indígenas en Santo Domingo, en la Plaza de Santo Domingo, y otro en la calle Gómez Farías del Monumento a la Revolución; eran familias de comunidades indígenas viviendo en la calle desde hace años, y les dimos vivienda. Aquí se construyeron unas nuevas unidades habitacionales para comunidades indígenas y decidimos que a todos los que vivían en la calle les diéramos esas viviendas y, al mismo tiempo, rescatamos esas calles, esos espacios también.

Y echamos a andar de nuevo el programa de Mejoramiento Barrial con el que hace 16 años rescatamos muchos espacios públicos, con mucha imaginación de la gente, porque ahí es la gente la que presenta los proyectos. Recuerdo que, por ejemplo, unos muchachos presentaron un proyecto para convertir un parque de la colonia Nueva Tenochtitlán de Gustavo A. Madero, en un parque skate, de patinetas, era una cosa inusitada y dijimos: “está buena la idea, adelante”, y así se rescató ese parque y se convirtió, se transformó en el parque skate, de patinetas.

Con Mejoramiento Barrial se han hecho muchas cosas, deportivos y plazas cívicas, y muchas son muy originales. Ahora tenemos un proyecto, por ejemplo, en La Viga, que presentó la comunidad para hacer humedales a lo largo de la Avenida Canal de La Viga y preguntamos por qué son los humedales y nos dicen: “es para recordar el canal que pasaba por La Viga que, de acuerdo a los historiadores, empezó ese canal antes, incluso, de la existencia de la Gran Tenochtitlan”, un canal que conectaba a Xochimilco con Iztacalco.

Entonces, a través de este programa hemos rescatado también espacios públicos. Considero que el espacio público es una categoría social más que una categoría física, no es un espacio donde haya un conjunto de losas y banquetas y calles o, en fin, basamentos, etcétera, sino es, sobre todo, el espacio que hace la gente, que constituye la gente.

El espacio público es el lugar donde existe la mezcla social, donde nos igualamos. Es el espacio absolutamente libre, gratuito, universal por excelencia, a nadie se le cobra por entrar a un parque, a nadie se le cobra por entrar al Zócalo, es el espacio público. Bueno, hay neoliberales que han tenido la aberración por cobrar para entrar a parques, pero en rigor el espacio público es universal, es libre, es gratuito y por eso es tan importante.

Desde mi punto de vista, el espacio público constituye uno de los elementos fundamentales para el impulso del bienestar social: el espacio es goce y disfrute de la gente, es bienestar colectivo, por eso es tan importante.

Ahora, en el Zócalo hemos vivido cosas muy interesantes, podrían ser inimaginables hace medio siglo, un poco más. Por ejemplo, el día que fue el concierto de Manu Chau yo no podía creer que pudiera disfrutarse tanto el Zócalo; tenía yo la oficina, era diputado, estaba ahí enfrente en Los Portales, enfrente de Palacio Nacional, me bajé a caminar para ver ese acontecimiento, un concierto francamente nutrido por adolescentes en esa ocasión.

Ahí en el Zócalo, en esos años, desde que se eligen autoridades democráticas a la fecha, hemos vivido muchas otras cosas, por ejemplo: ha habido ahí un circo, una feria, feria con juegos mecánicos, hemos tenido también carreras atléticas, se ha realizado el futbolito callejero, se realizaron las competencias que le llaman el “Béisbol 5 o Béisbol Five”; el desnudo, este al que convocó el famoso fotógrafo, Tunick; hemos tenido en el Zócalo ferias médicas, de atención a enfermedades de las mujeres; ferias para, por ejemplo, medir masivamente glucosa y presión arterial; tuvimos la Clase de Box más grande del mundo, después una segunda Clase Masiva de Box; tuvimos la Clase de Ballet más grande del mundo en el Zócalo.

Aquí con la ayuda de Argel instalamos algo muy parecido a “Las Islas” de Ciudad Universitaria, no sé si a Argel, pero a alguien, no, le dije a Lucero, una de las compañeras que trabaja conmigo le dije: "Ven, ven, ven, ven a ver", porque estaban ahí, en unos pastitos que puso Argel, unos pastitos, estaban ahí un montón de jóvenes, sobre todo, tirados en el pasto, leyendo, otros echando novio, besándose, abrazándose sin muchas limitaciones, y realmente me pareció sorprendente. Todo lo que estoy diciendo es increíble que suceda en el Zócalo, o sea, en el mero corazón político, histórico del país, estos son algunos ejemplos.

Ahí hemos tenido muchas exposiciones, las Mega Ofrendas. Ahora me sorprendí mucho porque pusimos una Mega Ofrenda que no fue tan grande, pero tenía al “Centauro del Norte”, a Pancho Villa, y tenía otros personajes, pero lo que más me sorprendió era la cantidad de personas que acudía.

Bajé a caminar al Zócalo y les preguntaba: “¿De dónde eres?”, y ya me decían: “Soy de Tultitlán, vengo de Toluca, soy de Veracruz, soy de Tláhuac”, e incluso me encontré ahí a unos colombianos, me dijo: “hay que hacer algo de la cumbia aquí en el Zócalo”, ya con toda confianza, y así es el Zócalo.

De hecho, se hizo una Fiesta Sonidera y se pudo bailar cumbia en el Zócalo de la Ciudad de México, después estuvo “La Reina de la Cumbia”, entonces el Zócalo es un escenario maravilloso de libertad, de acceso a la cultura, de recreación, que valía la pena someterlo a un proceso de reapropiación social por parte de la gente.

Esta no es una idea nueva, ya ha tenido sus comentarios históricamente, la idea de peatonalizar el Zócalo, la idea de cerrar el paso a los vehículos, pero siempre tomar una decisión así te pone a pensar y te pone un poco nervioso porque dices: “A ver, vamos a sacar un decreto, se nos van a venir encima algunos, ¿qué va a pasar con los automovilistas? ¿Y qué tal si tenemos que echar marcha atrás?”.

Pero en el análisis empezamos a ver algunas cosas interesantes. Entonces, yo que estoy ahí en la esquina, siempre veía cómo había algún mitin, alguna protesta, cerraban 20 de Noviembre, ya les pregunté ahí a los compañeros de Tránsito y de Concertación Política: “¿Cuánto tiempo está abierto el Zócalo a la circulación vehicular?”, entonces me dicen: “Pues medio día, la otra mitad hay algún bloqueo, hay algún mitin”.

Entonces les digo, hacia septiembre del año pasado, empiezan las Fiestas Patrias y se tiene que ir cerrando porque viene todo lo del Desfile, entonces ya les dije: “Pues déjenlo cerrado, vamos a ver qué pasa”, entonces en septiembre se cerró el Zócalo a la circulación vehicular, no a los a los peatones, y luego en octubre se mantuvo así, y luego en noviembre vino la Mega Ofrenda, y luego en diciembre la Verbena Navideña, y entonces en enero, dije: “Pues ya, sacamos el decreto de una vez, ya está peatonalizado, ya lleva cuatro meses peatonalizado, ya nada más nos falta formalizarlo”.

Esa es la realidad social del Zócalo, pero el decreto para peatonalizarlo implicó una reforma, una modificación al estatus jurídico del Zócalo y un acontecimiento altamente simbólico: el Zócalo es de la gente, es para que la gente camine.

Y sí es cierto que le he dicho a Argel, y al que ha estado en mi oficina le digo: “Ven, para que veas el Zócalo peatonal”, y hay miles de personas que pasan por ahí y cruzan el Zócalo, solamente van cruzando el Zócalo, pero hay muchas otras personas que van con la carriola de sus hijos pequeñitos, y hay otros que pasan en bicicleta, en patineta, en patines, y algunos más corriendo.

Me llama la atención imágenes muy hermosas de los papás que van con sus niños y están ahí y van corriendo los niños, corren de un lado a otro con completa libertad, sin que haya preocupación de que pase algún automóvil y pueda hacerles daño, eso realmente es de mis mayores emociones.

Y si me preguntan: “Dime las tres cosas que más te hayan dejado satisfecho por tu paso en la Jefatura de Gobierno”, en el número uno diría: el Zócalo Peatonal, esa es la primera que me causa la mayor satisfacción.

Ya termino con una parte política. El Zócalo es el mayor espacio cívico, cultural y político de México. Es el espacio cívico, el de la gran fiesta de nuestras Transformaciones, el Desfile de la Independencia y el Desfile de la Revolución son ahí y pasan por Palacio Nacional.

Es, además, el espacio cultural más importante, ya lo dije, es el escenario cultural más importante, ¿un gran concierto dónde puede ser? En el Zócalo. Entonces este ensayo de que no puedes ver a los Fabulosos Cadillacs en el Foro Sol –que ya no se llama Foro Sol–, pero los puedes ver en el Zócalo gratuitamente, es algo impresionante, cómo acudió la gente a verlos, para poner un ejemplo, entre muchísimos otros.

Pero el Zócalo es un espacio político, político, político, siempre lo ha sido. Es el espacio político de la Gran Tenochtitlan, el centro del poder; y, en efecto, de ahí nació la palabra “Mexhico”, como dice Inti, de ahí se extendió al conjunto del Gran Tenochtitlan y de eso, que es la capital, se extendió al conjunto del país.

Aquí, por ejemplo, la gente –yo la he escuchado todavía– de Xochimilco cuando viene al centro dicen: “Vamos a México”, yo digo, pues si están en México; o mi abuelita nos contaba que, vivíamos ahí a la altura de Metro Villa de Cortés –a ver si nos da tiempo de cambiarle el nombre–, pero ahí por Metro Villa de Cortés, tomaban el tren, entonces decía mi abuelita: “No, es que tu papá y tus tíos se iban en tren a México”, pues estamos en México decía yo. Y luego, la primera vez que fui a Guadalajara, que allá teníamos familia, decían: “No, sí, vamos a ir a México”, y yo decía, “pues sí vivimos en México”. Entonces, es impresionante ese poder cultural y ese poder político.

El Zócalo era el centro del poder político con los aztecas, y fue el centro del poder político en el Virreinato, y fue el centro del poder político en la República, y sigue siendo el centro del poder político.

Aunque haya habido residencia de algunos gobernantes en aquellos tiempos, algunos en el Castillo de Chapultepec, y ahora rememorábamos, ahora que fuimos al Castillo de Chapultepec, que ahí vivió el virrey Bernardo de Gálvez, luego Maximiliano, luego Porfirio Díaz. El general Cárdenas entregó el Castillo al pueblo de México para la recreación de nuestra historia; y luego, Andrés Manuel López Obrador le entregó Los Pinos al pueblo de México para hacer un gran centro cultural y se vino a Palacio Nacional, con lo que se volvió a fortalecer más esa característica de centro político.

Pero independientemente de ello, lo ha sido. ¿Dónde hay que protestar para que sea muy fuerte, muy importante? En el Zócalo de la Ciudad de México. ¿Dónde hay que cerrar campaña? En el Zócalo de la Ciudad de México. ¿Dónde hay que fundar un nuevo movimiento? En el Zócalo de la Ciudad de México. ¿Dónde hay que darle fuerza a un movimiento obrero, social? En el Zócalo.

El Zócalo es recordado o lo recordamos así a partir de la información que nuestros padres nos han dado y yo por lo menos recuerdo dos imágenes importantes: una es la del Movimiento de los Maestros, en la que participaron mis padres, con Othón Salazar en el Zócalo de la Ciudad de México, además de los patios de la SEP; y también ese mitin del general Lázaro Cárdenas en solidaridad con Cuba, dos momentos previos al 68, movimiento que llegó al Zócalo en varias ocasiones, durante los momentos más climáticos de su gesta, de su gran movilización.

Y luego, como mencionaba Musacchio, después del 68 el Zócalo se cerró, –bueno, Musacchio e Inti– el Zócalo se cerró.

Recuerdo, siendo niño, que en alguna ocasión mis papás comentaron que intentó entrar al Zócalo, Rafael Galván con la tendencia democrática el SUTERM, y la Policía Montada no se los permitió, reprimió a los electricistas y los sacó con sables de estos que utilizaban para disolver manifestaciones, no pudieron entrar al Zócalo y no se permitió que entrara ninguna movilización al Zócalo entre el 68 y el 82.

Y luego, cuando nació el PSUM, el Partido Socialista Unificado de México en ‘81, nació con fuertes emociones positivas porque era el primer proceso de unidad de la izquierda, muy sectaria en aquellos años, y había mucha euforia y para el cierre de campaña de Arnoldo Martínez Verdugo, el candidato a la presidencia del PSUM, se pensó en el Zócalo.

Recuerdo que Pablo Gómez, que era el secretario general del PSUM, nos convocó a una reunión, nos dijo: “Vamos a cerrar campaña en el Zócalo”, y aquí las autoridades del entonces Departamento del Distrito Federal dijeron: “No, –declararon–, no se puede en el Zócalo, no hay manifestaciones en el Zócalo, váyanse al Monumento a la Revolución, en el Zócalo no se puede”.

Entonces nos convocó Pablo a otra reunión, dice: “vamos a insistir en el Zócalo, pero no sabemos, a la mejor solo llegamos hasta Bellas Artes”, pero se estuvo insistiendo y luego nos convocaron a una tercera reunión y nos dijeron: “Sí se puede en el Zócalo, nos vamos a ir al Zócalo”.

Entonces se hizo una movilización, creo que partió del Monumento a la Revolución, se hizo una movilización muy grande, sobre todo, para aquellos entonces, y se llenó el Zócalo de banderas rojas, el famoso “Zócalo rojo”, ahí fue el cierre de campaña de Arnoldo Martínez Verdugo.

Aunque del discurso que más me acuerdo es el de Alejandro Gascón Mercado, porque Gascón Mercado dijo ahí en el Zócalo: “Las autoridades del Departamento del Distrito Federal, primero, nos negaron el permiso para venir al Zócalo; después, nos dieron el permiso para venir al Zócalo; lo curioso es que nunca les pedimos permiso para venir al Zócalo, porque el permiso nos los dieron los constituyentes de 1917”, y entonces una oleada de banderas rojas y gritos de la multitud llenaron el Zócalo, fue algo muy emocionante, porque se rompió un elemento del autoritarismo ese día.

Después, ya todas las movilizaciones pudieron llegar al Zócalo. Apenas, en pocos años después, estuvimos, a propósito de los temblores del ‘85, yendo al Zócalo, porque otra vez el regente había dicho que se iban a hacer plazas cívicas donde se habían caído las vecindades y entonces la gente dijo “no, no queremos plazas cívicas, queremos vivienda”, y entonces la gente llegó al Zócalo y se logró, se reconstruyeron las viviendas.

Y en ‘86, al empezar el año, estuvieron los maestros de Oaxaca, de la Sección 22, reclamando la realización de su Congreso seccional, que no se los autorizaba la dirigencia nacional del SNTE.

Y a fines de ‘86 estalló el Movimiento Estudiantil en la UNAM, en defensa de la gratuidad de la educación pública superior; y en enero del ‘87 estábamos en el Zócalo como movimiento estudiantil, como CEU, estábamos llenando el Zócalo para nuestra sorpresa, se hizo una gran movilización. Luego vino el paro en Ciudad Universitaria, bueno, en la UNAM, en todas las escuelas, y en pleno paro se convocó a una segunda movilización, las autoridades de la UNAM decían: “no lo van a llenar porque está en paro la universidad”, y fue una movilización más grande todavía, en febrero de 1987.

Tiempo después marchamos con los electricistas del SME al Zócalo. Y luego en ‘88, Cuauhtémoc Cárdenas llenó el Zócalo el 18 de marzo, en el 50 Aniversario de la Expropiación Petrolera, y luego lo llenó en su cierre de campaña, y luego se convocó al Zócalo contra el fraude electoral, después del 6 de julio del ‘88.

Poco tiempo después, Andrés Manuel López Obrador encabezó su primera movilización al Zócalo, que fue en enero de 1992, fue una movilización importante, era “El Éxodo por la Democracia”, se protestaba por los fraudes en Tabasco, pero fue una movilización que levantó al movimiento otra vez, porque no habían sido muy buenos los resultados de las elecciones en ‘91.

De entonces a la fecha Andrés Manuel López Obrador debe haber convocado al Zócalo en unas 150 ocasiones, me imagino, contando todas las del plantón.

Ahí en el Zócalo fue el cierre de campaña del ‘97; luego fue el inicio y cierre de campaña en el 2000; y luego vinieron muchas otras movilizaciones; en 2001, su primer informe como Jefe de Gobierno en el Zócalo, a fines del 2001; en 2004, la primera movilización contra el desafuero; en 2005, la primera y segunda movilización contra el desafuero, ya una vez aprobado este; y luego, las movilizaciones de 2006 contra el fraude electoral; y luego, decenas y decenas y decenas de Zócalos a los que convocó Andrés Manuel López Obrador.

El Zócalo es entonces también el corazón político de México, no solo porque ahí está el Palacio Nacional y no solo porque ahora viva el presidente ahí, que también eso cuenta, sino porque es el espacio más importante de la movilización política y social de México.

A mí me da mucho gusto que haya salido este libro. En cuanto me dijo Humberto, le dije: “Sí, por supuesto, vamos a sacarlo, el Zócalo lo merece”, el Zócalo es del pueblo.

Muchas gracias a todas y todos. Muchas gracias, muchas felicitaciones a Humberto Musacchio y a Nelson Palomo.

ENCARGADO DE DESPACHO DE LA SECRETARÍA DE CULTURA, ARGEL GÓMEZ CONCHEIRO (AGC): Bienvenidos al Museo de la Ciudad. Bienvenidos también los medios de comunicación. Amigos, amigas que nos ven a través de las redes sociales. Bienvenidos.

El día de hoy nos da mucho gusto estar aquí en el Museo de la Ciudad, presentando un bellísimo libro que promovió el Jefe de Gobierno, Martí Batres, a quien le doy la bienvenida al museo.

Compartirles que este libro, que además regalaremos a todos los asistentes, “El Zócalo”, es un tesoro. Este libro que encabezó su investigación Humberto Musacchio, a quien también le doy la bienvenida, nos da mucho gusto que esté con nosotros, con un diseño extraordinario, un cuidado y una recopilación muy exhaustiva de imágenes del Zócalo a cargo de Nelson, que también aquí nos acompaña el día de hoy.

Quiero, antes de darles la palabra a los autores de este libro, darle la bienvenida también a Daniela, que siempre es un gusto y una aliada de todas las iniciativas culturales de esta ciudad.

Quiero apuntar muy brevemente que este libro da cuenta de más de 500 años de profundas transformaciones de la plaza principal de nuestra ciudad, de la plaza principal de nuestro país. Y que, en estas transformaciones, que da cuenta el libro, concluye con la última transformación que fue impulsada por Martí Batres, y que fue volver el Zócalo finalmente peatonal, algo que hemos celebrado con muchísimo gusto; es una conquista sobre el automóvil y a favor de los usuarios, de los visitantes, de la gente que viene de otros países y que, sin duda, una escala fundamental para conocer a esta ciudad, es el Zócalo capitalino.

Quiero, a continuación, darle la palabra a Nelson.

Muchas gracias.

COAUTOR DEL LIBRO “EL ZÓCALO”, NELSON PALOMO (NP): Bueno, primero que nada, buenas tardes, muchas gracias por acompañarnos en la presentación del libro “El Zócalo”, bienvenidos.

Quiero agradecer al Jefe de Gobierno, Martí Batres, por escribir el prólogo para el libro; y a mi amigo, Humberto Musacchio, por invitarme a ser parte de este proyecto.

Este trabajo que hicimos en colaboración, que requirió de investigación y creatividad, fue todo un placer, desde buscar, rescatar, restaurar el material gráfico para dar la calidad de las imágenes.

Estas 276 páginas están divididas cronológicamente en cuatro momentos que son: la época prehispánica y los siglos XIX, XX y XXI.

El libro es una ventana a la historia del emblemático Zócalo de la Ciudad de México, testigo de sucesos sobresalientes de diversos momentos, un pequeño texto que lo acompaña que ofrece la imagen y nos convierte en testigos del pasado y del presente de nuestra Plaza Mayor, hoy abierta totalmente al disfrute de los capitalinos y visitantes.

Y termino con esta frase de Salvador Allende: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

Muchas gracias.

AGC: Muchas gracias, Nelson.

Ahora quiero darle la palabra a un entrañable amigo, que además nos ha regalado a lo largo de su trabajo grandes recorridos históricos, muy vinculados a la vida cultural de nuestra gran ciudad, y que encabezó esta gran investigación iconográfica del Zócalo de la Ciudad de México: querido, Humberto Musacchio.

COAUTOR DEL LIBRO “EL ZÓCALO”, HUMBERTO MUSACCHIO (HM): Gracias. Ahí tengo en primera fila a Palomo, hermano de Nelson, el gran caricaturista Pepe Palomo; todos recordamos “El Cuarto Reich”, hizo época.

Bueno, pero yo quiero ser muy breve, mi querido Martí. Desde hace años empecé a reunir información sobre la historia del Zócalo, hay varios libros sobre el Zócalo, pero me parece que unos tienen una tendencia, otros otra.

Y lo que nos propusimos Nelson y yo fue darles cabida a las efemérides, a los hechos más notables, más importantes para la vida de nuestro país, pero también a la alegría, a las manifestaciones artísticas, deportivas, a lo que han hecho diversos gobiernos, porque yo creo que nos toca informar sobre eso y contrastarlo con lo que se está haciendo ahora, ese es el asunto.

Creo que el cerrar el libro con las obras del Zócalo que ordenó Martí Batres, nos permitió precisamente establecer ese contraste: mientras que el Zócalo se mantuvo cerrado para las manifestaciones políticas, por ejemplo, durante muchos años después del 68, ahora está abierto para todos los ciudadanos y eso me da mucho gusto.

Yo espero que así siga en los gobiernos que vienen, porque el Zócalo es nuestro, es de todos, no solo de todos los mexicanos, es también de toda la gente que viene a México, que quiere conocerla, que se establece aquí. Y vean ahorita, hay una gran cantidad de extranjeros, sobre todo que llegaron de Estados Unidos y de Europa porque este es un país barato para ellos, y están cambiando nuestra percepción de la humanidad, del mundo, de las relaciones entre la gente.

El Zócalo es precisamente el gran escenario de ese intercambio entre ciudadanos del mundo y me da mucho gusto que ahora esté abierto, que podamos transitarlo, que podamos sentarnos ahí a contemplar las edificaciones que lo rodean, porque son extraordinarias, pocos países del mundo tienen estos tesoros.

Alguna vez me dijo Rafael Tovar y de Teresa, que México estaba entre los cinco países con más riqueza cultural, y esa riqueza cultural incluye la arquitectura como este precioso edificio y muchos más que se contemplan en el Zócalo.

Yo termino rapidito para dejarle la palabra aquí al Jefe de Gobierno, diciendo que tenemos que felicitar a quien se atrevió a hacer lo que hizo Martí: cerrar al tránsito de vehículos nuestra plaza principal.

En Madrid hay lugares donde no pueden circular los coches porque son para la gente, y esto de dedicar el Zócalo, nuestra plaza principal, la plaza mayor a la gente, yo creo que es un gran mérito y me permito felicitarte, mi querido Martí.

AGC: Quiero presentarte, Inti. Le voy a dar la palabra a nuestro amigo Inti Muñoz, director de SEDUVI, pero antes quiero comentar algo.

Hay, hacia el final del libro, varios acontecimientos políticos, sociales, culturales y hemos tenido la oportunidad de participar muchas veces como militantes que asistimos a grandes concentraciones, otras veces como organizadores de grandes eventos culturales, musicales, e Inti ha sido un cómplice de muchas de esas aventuras que hemos tenido en el Zócalo.

Así que, Inti, que gusto tenerte aquí, cuéntanos.

SECRETARIO DE DESARROLLO URBANO Y VIVIENDA, INTI MUÑOZ SANTINI (IMS): Gracias, querido Argel.

Les saludo a todas y a todos: estimado Jefe de Gobierno, querido Humberto Musacchio, Nelson, querido Argel, querida Daniela, amigas y amigos que nos acompañan.

Voy a intentar hacer en cinco minutos un pequeño repaso que dé cuenta de todo lo que significa el Zócalo. El Zócalo es todo, es un gran cruce de caminos, inigualable, excepcional a nivel mundial en todo lo que puede representar una gran plaza pública en la historia de una ciudad y un país.

El Zócalo, para comenzar, habrá que decir, es el espacio abierto en torno al cual nace la idea misma de México; ese lugar que da nombre al país está en torno al Zócalo, tiene como centro el Zócalo, el Zócalo es el kilómetro cero, el Zócalo es el punto de partida de muchas de nuestras historias.

Hay un debate sobre el origen de la palabra “México”, yo prefiero quedarme con la que definió Gutierre Tibón y después desarrolló Alfonso Caso, y es que “México” viene de la conjunción de los términos náhuatl: metztli, luna, xictli, ombligo y co, lugar, metztli xictli co, de ahí nace la palabra “México” y ese lugar está en el Zócalo, solo para que nos demos una idea.

Siempre ha sido un gran espacio de encuentro, lo fue en la antigua Tenochtitlan. Está ahí en los planos que Cortés le envía a Carlos V y que describe cómo es la Ciudad de México y donde le propone cómo se debe crear la nueva capital, la capital de la Nueva España, por cierto, con las piedras de la destruida Tenochtitlan y con las manos esclavas de los indígenas derrotados, con las piedras del Templo Mayor y de las construcciones de la capital azteca.

En torno a esa plaza estaban las casas nuevas de Moctezuma; ahí donde está hoy el Palacio Nacional estaba la parte central, el recinto ceremonial de Tenochtitlan; ahí donde está hoy la Catedral, estaban un conjunto de edificios entorno a lo cual se idea una definición renacentista de plaza, geométrica, un rectángulo y se ponen ahí el Palacio Virreinal, la Catedral, el Ayuntamiento y las edificaciones más importantes y las casas de los conquistadores más adinerados y relevantes.

Durante toda la Colonia el Zócalo es, en primer lugar, un gran mercado, como también lo fue en Tenochtitlan. Ahí llegaban las canoas con las mercancías desde Xochimilco, desde Tláhuac, ahí se conjuntaba la contradicción y diversidad de la sociedad novohispana, había espacios para que en una zona compraran los indígenas, en otra los mestizos y en otra los españoles, y ahí se va conformando la identidad nacional. El Zócalo por eso tiene durante muchos años en su interior no uno, sino varios mercados, una evolución que no cesa a lo largo de los siglos.

También en el Zócalo, después de la gran inundación de 1629 que hizo, por cierto, del Zócalo un gran espejo de agua, surgieron, al secarse esa inundación, al terminar la inundación, surgieron las primeras protestas, las protestas o motines, deberíamos decir, que llevaron a entender al gobierno colonial que tenían que construir otro tipo de esquemas para la gobernanza, para la gobernabilidad, y de ahí surgen nuevas ideas de ciudad: la ciudad neoclásica, ilustrada, que va poco a poco transformándolo todo.

Me voy a saltar algunos capítulos para no hablar muchísimo de esos episodios en los que el Zócalo va cambiando. Santa Anna coloca el principio de lo que sería una gran columna dedicada a la Independencia que nunca se termina y por eso ahí queda el zócalo de una estatua y es a partir de entonces que la Plaza Mayor se comienza a llamar Plaza del Zócalo, la gente la comienza a llamar así.

Por cierto, el nombre oficial “Plaza de la Constitución” algunos pensamos, al principio, que se debía a la Constitución actual de 1917 o a la Constitución de la Reforma de 1857, pero no, se le pone todavía durante la Colonia el nombre oficial de “Plaza de la Constitución” para conmemorar la aprobación de la Constitución de Cádiz en 1812, que también es el principio de un conjunto de nuevas ideas sobre la sociedad y que también significa el primer germen de cierta voluntad criolla por independizarse de España.

Hay muchísimas cosas que contar sobre lo que ha pasado en el Zócalo, desde la entrada del Ejército Trigarante, las entradas triunfales de Benito Juárez, ese momento en que al izar el ejército invasor la bandera de Estados Unidos, hace que la gente se sienta humillada y salga a resistir a pedradas, a expulsar a las tropas invasoras estadounidenses.

Hay mil transformaciones del Zócalo, yo solamente termino esta parte diciendo que es desde 1958, ya consolidado el Estado posrevolucionario, en tiempos de López Mateos es que se decide que el Zócalo termine siendo una plaza seca, abierta. Había pasado por ahí la Decena Trágica, había entrado Madero, habían entrado Villa y Zapata, y desde el 58 hasta el 68 es una plaza claramente institucional.

Sin embargo, en 1968 comienza una nueva historia. Los estudiantes ocupan la plaza, inauguran el espacio público –como dice Carlos Monsiváis–, la ocupan tres veces; y es el 13 de septiembre, con la gran Marcha del Silencio, ese momento en el que Monsiváis dice: “Los estudiantes inventan, reinventan, reconquistan el espacio público en las calles de la ciudad, al abatir con sus pasos la grisura de las calles de una ciudad triste”, eso ocurre también en el Zócalo en 1968.

El Movimiento Estudiantil de 1968 es masacrado y durante 14 años ni una manifestación de protesta se presenta en el Zócalo, porque el riesgo de la represión, la amenaza autoritaria estaba siempre ahí. Hasta 1982 cuando en el cierre de campaña, de la campaña por la presidencia de Arnoldo Martínez Verdugo, siendo candidato a la presidencia del Partido Socialista Unificado de México, se decide valerosamente llegar a la plaza, ocupar la plaza y ahí en esa tarde del Zócalo rojo inicia una nueva etapa.

Una nueva etapa que se fue después desarrollando, fue creciendo cuando el Zócalo también es el lugar en el que se organiza la gente, uno de los grandes lugares en los que se organiza la gente para reconstruir la ciudad después de 1985; es el lugar en donde después los estudiantes salen a las calles a defender la universidad pública en el movimiento del CEU, ahí estaba Martí, ahí estábamos algunos de nosotros siendo todavía estudiantes de secundaria, ahí estaba Claudia Sheinbaum, ahí estaba Clara Brugada, acompañando desde el Movimiento Urbano Popular las movilizaciones.

La plaza es también en el ‘88 el lugar en el que se comienza a construir la transición democrática, porque es ahí donde la irrupción democrática, democratizadora, encabezada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, tiene lugar.

También en esa plaza es desde donde detuvimos la guerra desde la organización civil organizada en 1994 y también en esa plaza es en la que construimos la democracia que actualmente vive la Ciudad de México, ahí se celebró el triunfo del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

Ahí antes, en 1992, llegó Andrés Manuel López Obrador encabezando “El Éxodo por la Democracia”; ahí en el 2000 celebramos o vivimos ese momento contradictorio también, en el que finalmente se derrotó al PRI, después de muchas luchas que la izquierda democrática había dado.

Por supuesto, el Zócalo es el lugar donde luchamos contra el fraude en 2006 y donde la campaña de Andrés Manuel López cerró, donde la campaña de López Obrador y antes la lucha contra el desafuero tuvo lugar, el México de la Cuarta Transformación también tuvo en el Zócalo una semilla, un punto de partida.

No me voy a extender en todo lo que ha pasado en el Zócalo, solamente diría algo que señaló Friedrich Katz en 2008, en una conferencia en el Colegio de San Ildefonso, dijo: "A lo largo de los años la Ciudad de México, su plaza central, habían sido entendidos como un objeto, el lugar al que había que llegar”; y el México contemporáneo, el México democrático, el México de la Cuarta Transformación que hoy vivimos, en aquel momento, antes de que esto ocurriera, decía Friedrich Katz: "es una ciudad con su plaza mayor que se han convertido ya no en un objeto, sino en sujeto, en un sujeto colectivo, transformador", y eso ocurre hoy como nunca.

El Zócalo es ese lugar que es capaz de transformarlo todo, porque ahí es donde se reúne la voluntad colectiva; es el Zócalo que hoy, al ser completamente peatonal, en el México que se transforma, en la ciudad democrática, lo hemos visto en los últimos años, en los últimos meses, sigue siendo el gran espejo del México que queremos ser.

Enhorabuena por este libro. Para el equipo de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, a partir del esfuerzo que hace para colaborar en la conservación del Patrimonio Cultural de la Ciudad, ha participado en la producción y estamos muy contentos.

Felicidades, Jefe de Gobierno. Felicidades, Humberto, esto es una gran aportación a la historia de la ciudad, que tengamos un libro que da cuenta de todo lo que significa el Zócalo.

Muchas gracias.

AGC: Gracias, Inti.

Compartirles que han estado viendo en las pantallas las centenas de imágenes que tiene este libro.

También, compartirles que tiene un prólogo que se llama “Zócalo: corazón de México”, de Martí Batres; un epílogo de mi autoría que se titula “El Zócalo es del pueblo”.

Y también, compartirles que en mayo pasado se hizo la inauguración de la Peatonalización del Zócalo, encabezada por Martí. Tenemos ya poco más de cuatro meses viviendo este nuevo Zócalo; la plancha tiene aproximadamente 22 mil metros cuadrados y lo que era la zona del arroyo vehicular 19 mil metros cuadrados, prácticamente tenemos un Zócalo multiplicado por dos para los peatones, para la vida política, social, cultural de nuestro Zócalo.

Y para darle la palabra a Martí, quiero confesar que en varias ocasiones he tenido la oportunidad de estar en su oficina, y en cuatro ocasiones me ha dicho lo mismo, me dice: “Mira, ven, ven”, y me lleva a la ventana a observar la cantidad de gente que llega al Zócalo, que lo camina, que lo disfruta, es realmente sorprendente lo que ha provocado la Peatonalización del Zócalo.

Enhorabuena. Muchas gracias, Martí, y también por regalarnos este gran libro.

Gracias.