Mensaje del Jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama, durante la Ceremonia de Reconocimiento en el marco de la Declaratoria de Patrimonio Cultural Intangible a los Alebrijes de Pedro Linares López

Publicado el 25 Septiembre 2024

JEFE DE GOBIERNO, MARTÍ BATRES GUADARRAMA (MBG): Muchas gracias. Saludo a nuestro amigo Argel Gómez Concheiro, que está al frente de la Secretaría de Cultura en este último tramo de la administración.

Saludo también a Leonardo Linares, nieto de don Pedro Linares, a Felipe Linares, a toda la familia Linares, y a todos los amigos de la familia Linares que nos acompañan el día de hoy. Muy bienvenidos aquí, al Gobierno de la Ciudad de México, a este Palacio del Ayuntamiento.

También saludo con reconocimiento a la doctora Marta Turok, antropóloga mexicana; y a Susana Harp, activista incansable por el reconocimiento de los derechos culturales de los pueblos, de las comunidades y del patrimonio cultural intangible en general.

Pedro Linares, nacido en 1906, fue un maestro cartonero de la Ciudad de México, experto artesano, se hizo fama con sus "judas" que, como ya se dijo aquí, fueron admirados por artistas de la talla de Diego Rivera y Frida Kahlo.

Como dice la leyenda –que no ha sido negada–, en sus sueños don Pedro Linares visualizó los alebrijes, parece una obviedad doble porque los sueños son necesariamente intangibles, frutos de nuestra imaginación, pero los sueños importan tanto que la sociedad ha decidido considerarlos parte de su patrimonio.

Lo patrimonial, en este caso, no se agota en la propiedad, en la materialidad, incluye ideas, costumbres familiares y colectivas, tradiciones que se van heredando de generación en generación y que evolucionan con cada salto de padres a hijos. En este sentido los sueños, convertidos en alebrijes de don Pedro Linares, son patrimonio de todos nosotros y aunque intangibles como todos sueños, son reales.

El 30 de diciembre de 2019, por estos motivos, se publicó en la Gaceta Oficial la Declaratoria de los Alebrijes de Pedro Linares López como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, con el objetivo de reconocer, proteger y enaltecer esta artesanía que ha aportado un gran valor a las tradiciones del arte popular en la ciudad.

Hoy, el Gobierno de la Ciudad de México entrega un reconocimiento a la familia Linares por su contribución a la preservación de esas tradiciones, es decir, que esta Declaratoria del 2019 la entregamos ahora directamente a la familia Linares, para que no se quedes solo en la Gaceta de la Ciudad de México, sino que la tenga los creadores y sus herederos.

Con la publicación de aquella Declaratoria nos comprometimos con el desarrollo de un plan de salvaguarda a corto, mediano y largo plazo destinado a investigar, conservar, fomentar y difundir los valores culturales de los alebrijes y su promoción.

Los alebrijes nacieron en el corazón de la Ciudad de México, en los barrios históricos de la Ciudad de México, donde los Linares han trabajado en los talleres que actualmente siguen en pie, gracias a ese espíritu de herederos de artesanías tan valiosas como aquellas de las que estamos hablando, son artesanías elaboradas con la técnica de cartonería en colores vivos y llamativos que representan una mezcla de animales fantásticos.

Desde el 2007, el Museo de Arte Popular adscrito a la Secretaría de Cultura capitalina, celebra la creación de los Linares con un desfile de alebrijes monumentales que, además de ser un destino para turistas, enaltece la cultura mexicana de los pueblos de todo el país que continúan con la tradición mediante la fabricación de estos seres extraordinarios.

Asimismo, estas artesanías originales se han convertido con el paso de los años en un atractivo turístico para muchas personas que vienen de otros lugares del país y de muchos países que visitan la ciudad para admirarlas, adquirirlas y llevárselas a sus naciones de origen.

Como hemos dicho, Pedro Linares nació en 1906 en la Ciudad de México, heredó el oficio de cartonero de su padre e inventó esta artesanía a los 30 años. Fue invitado a Estados Unidos y a Europa para exhibir sus alebrijes; mientras en México fue ampliamente reconocido por artistas de la talla que hemos mencionado, pero, además, su obra se fue plasmando en documentales y fue siendo reconocida con premios como el Premio Nacional de Artes y Ciencias de México en la categoría de Artes y Tradiciones Populares.

Quiero decir que la entrega que realizamos el día de hoy está enmarcada en un contexto: a lo largo de este año tres meses que me ha tocado ser Jefe de Gobierno en la Ciudad de México, hemos impulsado diversas iniciativas relacionadas con el reconocimiento del Patrimonio Cultural Inmaterial o Intangible.

Aquí, en este mismo patio, entregamos este reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial a los compañeros del Tianguis Cultural “El Chopo” y más adelante, lo entregamos también a los “Carnavales y Comparsas” de los pueblos originarios de la Ciudad de México. De la misma forma, entregamos este reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial a la “Cultura Sonidera” de la Ciudad de México, y realizamos también una Declaratoria para destinar el día 25 de agosto como el Día del Bolero en la Ciudad de México.

Al mismo tiempo, realizamos otras iniciativas tales como llevar a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México al barrio de Tepito, a Cuautepec y a San Miguel Teotongo, en la Sierra de Santa Catarina. Es decir, hemos buscado insistir, por un lado, en el reconocimiento de la cultura popular de la ciudad; y, por otra parte, en el acceso de los barrios populares a la cultura universal.

Hay que señalar que en buena medida buscamos formalizar lo que conocemos, lo que sabemos, lo que oímos y lo que nos han pedido directamente. Ya algunas amistades de la familia Linares me habían escrito, apenas unos meses después de que llegué a la Jefatura de Gobierno, y me escribían y me decían: “¿Cuándo vas a invitar a los Linares?”, y sobre todo después de que empezamos a entregar estos reconocimientos de Patrimonio Cultural Inmaterial que he narrado aquí, me escribían y me decían: “Faltan los Linares”.

Yo estuve con ellos, con don Felipe especialmente, más o menos por ahí entre el 2002 y el 2004, a propósito de “la quema de judas”, estuvimos con ellos, los visitamos, precisamente a instancias de las amistades, que estoy mencionando aquí.

Y le pregunté a los compañeros de la Secretaría de Cultura, especialmente a Argel Gómez, cómo estaba el tema con la familia Linares, Argel me dijo: “La declaratoria ya está. No hicimos una entrega como la que ha hecho como Jefe de Gobierno, entre otras causas, porque se atravesó la pandemia a lo largo del 2020, pero lo podemos hacer”.

Ya le pedí yo a los compañeros de la Secretaría de Cultura: “Pues, les encargo a los Linares”, y ahora que ya nos queda poquito más de una semana aquí en la Jefatura de Gobierno, les dije a los compañeros: “No nos podemos ir sin que invitemos a la familia Linares aquí al Palacio del Ayuntamiento y les entreguemos directamente el reconocimiento que hemos entregado en otros casos”.

Me da mucho gusto que estén aquí, Don Felipe, Leonardo, familia Linares, muchas gracias por habernos visitado, nos honra su presencia porque ustedes son los artistas, los creadores y los preservadores de esta gran tradición.

Para terminar, quiero comentar lo siguiente. Todo esto que hacemos tiene que ver con reconocer la creación cultural de nuestra nación y de nuestros pueblos y comunidades, reconocer lo que es México, valorarlo, difundirlo y, en la medida en que nos corresponda, engrandecerlo.

El sexenio que nos ha tocado vivir ha sido un escenario maravilloso para ello, el Gobierno de la República le ha dado una gran importancia a la memoria histórica, a la aportación de nuestros héroes y heroínas, a nuestra historia nacional, a nuestra historia de lucha, y eso nos ha permitido tener un marco, un contexto para impulsar iniciativas como estas de las que he hablado aquí.

Pero en ese marco también han ocurrido reformas y transformaciones. Me da mucho gusto que esté aquí la senadora Susana Harp, porque hace más o menos seis años, un poquito menos tal vez, un poco más de cinco años, 2019, ella traía una iniciativa para el reconocimiento de pueblos y comunidades afromexicanas y afrodescendientes, y yo presidía el Senado en aquella época y como traía la iniciativa le dije: “Déjame firmarla”, aunque aquí debo decir que la impulsaba Susana Harp y generosamente me permitió suscribirla junto con ella.

Presentamos la iniciativa y se aprobó en el Senado, después tuvimos que batallar algo, pero se aprobó en la Cámara de Diputados y después en los Congresos locales y se incorporó por primera vez un reconocimiento a las comunidades y pueblos afromexicanos.

Esto es curioso porque algunos de nuestros grandes héroes, padres fundadores, se diría en alguna época, como José María Morelos, como Vicente Guerrero, eran afrodescendientes, pero el mito nacional que se construyó, sobre todo a principios del siglo XIX, finales del siglo XX, señalaba que éramos un mestizaje entre indígenas y españoles solamente, este fue el primer reconocimiento.

Ahora el Presidente de la República mandó una iniciativa, entre las 20 que envió al Congreso, donde se incluye el reconocimiento de las comunidades afromexicanas y afrodescendientes también, y el reconocimiento de los sistemas normativos de los pueblos y comunidades indígenas y su reconocimiento como sujetos de derecho público, lo cual nos da mucho gusto.

Esto –quiero subrayarlo para terminar– es de un gran valor, porque precisamente en los tiempos en que conocí a la familia Linares nos tocó, en la cámara de Diputados, un debate sobre la Reforma Indígena en el año 2001; y en ese debate de la Reforma Indígena lo que se pactó entre los pueblos indígenas y el Estado mexicano, en San Andrés Larráinzar, se desvirtuó, se deslavó, se desdibujó y lo que quedó fue una Reforma Indígena con características poco profundas, se regateó entonces el reconocimiento de las comunidades y pueblos indígenas como sujetos de derecho público, que es precisamente lo que se ha hecho ahora.

El argumento entonces es que a los pueblos y comunidades les interesaba urgentemente los temas de pobreza y los temas sociales, lo cual era cierto, pero se desdeñaba su poder cultural y su propio poder político.

Ahora, precisamente con la Cuarta Transformación, se han reconocido los derechos de los pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, derechos culturales, derechos sociales y derechos políticos que hace 23 años se regatearon.

Me da mucho gusto que hoy que estamos en un momento, en un evento de reconocimiento de la creación cultural popular, podamos hablar de estos temas y felicitar al Presidente, al Congreso de la Unión, hoy al Congreso de la Ciudad de México, que acaba de aprobar esta reforma en favor de comunidades y pueblos indígenas y afrodescendientes de México.

Familia Linares, muchas felicitaciones. Abrazo fuerte, fuerte, fuerte, fuerte.

ENCARGADO DE DESPACHO DE LA SECRETARÍA DE CULTURA, ARGEL GÓMEZ CONCHEIRO (AGC): Muy buenas tardes, Jefe de Gobierno, Marta Turok, Leonardo Linares, familiares de la familia Linares, amigos, amigas.

Es sabido por todos nosotros que es reconocido en el mundo entero que la Ciudad de México tiene una intensa vida cultural: tenemos en las plazas públicas conciertos, presentaciones de danza, de teatro, tenemos los teatros mismos llenos, tenemos una oferta impresionante de museos, hoy mismo el presidente inauguró el Museo Vivo del Muralismo en la antigua sede de la Secretaría de Educación Pública.

Tenemos grandes eventos en el espacio público, disfrutándolo, apenas el fin de semana pasado tuvimos un Maratón de Mariachis y, por supuesto, el regreso de Juan Gabriel en su gran concierto que dio en Bellas Artes, reuniendo a más de 70 mil personas.

Pero la vida cultural de nuestra ciudad no es solo eso, hay una parte de símbolos muy importantes que nos dan identidad, símbolos que además son frágiles porque están con nosotros, no son materiales, no están ahí para que se pudieran redescubrir en algún momento, estamos hablando de un bien patrimonial que las instituciones públicas tienen que prestar especial atención y cuidado.

Es por eso que el Jefe de Gobierno, recientemente en su Informe ante el Congreso en la Ciudad de México, puso énfasis en una serie de actos simbólicos muy valiosos. En primer lugar, la Declaratoria de Patrimonio Inmaterial de los Carnavales de la Ciudad de México, prácticas populares, centenarias, que habitan en las prácticas de los pueblos y barrios más antiguos, los pueblos y barrios originarios de nuestra ciudad.

También la Declaratoria del Tianguis Cultural “El Chopo”, un espacio de resistencia, de arte alternativo, de expresión de las juventudes, muy valioso y que tenemos que conservar.

También una Declaratoria muy importante de la “Cultura Sonidera”, una expresión que habita en la ciudad, se da de forma profundamente popular en los barrios, que es el baile, que es la fiesta por lo general de las colonias más populares de nuestra ciudad.

Así que podemos observar con estas declaratorias el cuidado que se debe tener frente a este patrimonio inmaterial que tenemos en esta hermosa Ciudad de México, pero además su carácter profundamente popular, de profundas raíces.

Y algo también que tiene este carácter es lo que hoy nos tiene reunidos aquí. Todos conocemos a estos seres fantásticos, extraños, coloridos, que llamamos “alebrijes”; es un arte popular, es un trabajo de cartonería que tiene una profunda raíz en nuestra cultura y que tiene su historia y que como gran patrimonio de los chilangos tenemos que cuidar y preservar, pero no solo, también reconocer su origen.

Y ese origen es muy lindo, es –diría yo– casi un mito fundacional de algo que nos da identidad, que nos reconoce como a nosotros mismos, se trata del maestro Pedro Linares que hace piñatas, que hace “judas”, que hace máscaras, que domina con un gremio muy popular del arte de la cartonería en la Ciudad de México desde los años treinta, cuarenta del siglo pasado.

Y decía que este mito, de alguna manera ya construido por todos nosotros, habla de que Pedro Linares enfermó en una ocasión gravemente y que en un estado de delirio soñó, imaginó estos animales fantásticos, y que una voz muy profunda le decía: “Alebrijes, alebrijes”. Y curado de su enfermedad se dispuso con su familia a crear estos seres fantásticos: 1947, una larga historia ya, en la que además se despliega el talento creador, su vocación artística, una familia entera de cartoneros que hoy siguen haciendo alebrijes para gusto y orgullo de todos nosotros.

Quiero comentar, por último, que en 2019 se publicó, por hoy nuestra Presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, esta importante Declaratoria de los Alebrijes creados por Pedro Linares, pero había quedado un pendiente muy importante: entregar esta Declaratoria y un reconocimiento a los herederos y portadores de esta gran tradición que tenemos aquí en la Ciudad de México.

Y por eso, el Jefe Gobierno me decía: “pero es que hay que hacerlo, antes de terminar esta gestión tenemos que, sin duda, tener la oportunidad de dar este reconocimiento y este profundo agradecimiento, que sin duda le tiene el pueblo de la Ciudad de México, el pueblo de nuestro gran país a Pedro Linares y su familia”.

Muchísimas gracias.

SENADORA DE LA REPÚBLICA, SUSANA HARP (SH): Muchísimas gracias. Gracias por la invitación. Leonardo, te agradezco mucho la invitación que me hiciste llegar.

Querido Martí, un gusto compartir otra vez espacios donde estamos procurando el bienestar y el respeto a los derechos, en este caso, de la familia Linares. Trabajamos juntos todo el tema de protección al patrimonio cultural, indígena y afromexicano, pero también a los otros patrimonios, al derecho de autor. Gracias, te agradezco mucho también a ti para que hayas hecho este espacio porque sabías que faltaba este engranaje final y muy significativo, que era convocar a la familia Linares para que se le entregue, pues ya realmente la Declaratoria que ocurrió, pero no había habido este espacio de celebración, de entrega, muchas gracias.

Y qué te puedo decir, mi querida Marta, hemos estado desde hace muchos años, en efecto, en el primer plagio, pues yo solamente estaba tratando de hacer algo, visibilizar en el 2015, ni por aquí me pasaba en la cabeza que algún día iba yo a llegar al Senado y Marta fue quien me estuvo apoyando, estuvimos buscando maneras de parar todos los plagios.

Y no es casualidad que hoy estemos aquí, porque también como oaxaqueña me ha tocado acompañar a Leonardo, en especial; aquí está Remigio, gran, gran gente que ha hecho todo un rescate de las artesanías, especialmente de los textiles, de las maneras de teñir en Oaxaca; y él y Carlo Magno también han acompañado muy de cerca a la familia Linares.

Y sabemos que de pronto pasan cosas que no son de mala voluntad, por ejemplo, en Oaxaca hablamos de los alebrijes de Oaxaca y de pronto hay palabras que se hacen genéricas, perdón, voy a hacer algunos cuantos comerciales sin querer, pero todo el mundo dice “Diurex”, nadie dice “me das un poquito de cinta adhesiva”, todo mundo habla de “Kleenex”, nadie dice “me da un papel desechable color blanco”, y hay muchas marcas, sí, exacto.

Entonces un poco eso ha pasado con la palabra “alebrijes”. Yo no creo que haya habido una mala fe de varias comunidades de los valles centrales de Oaxaca, no la hubo, sin embargo, es muy importante poner el dedo en el renglón y honor a quien honor merece. El concepto ocurrió por este delirio –literal– de Don Pedro Linares, y hay que reivindicar la palabra, el hecho, la historia y toda esta propuesta de una familia completa, que ya son tres generaciones.

Entonces hoy me da mucho gusto, porque la Ciudad de México ha albergado esto y aunque no es algo tradicional exactamente el tema de los alebrijes, pero sí de la cartonería, hay que reconocer de dónde emerge toda esta, ahora, aparente tradición de muchísimos años. Esta gran variación se le refiere a una familia en especial y me da mucho gusto haber sido invitada y ser testigo y continuaremos.

Y por parte de lo que ocurre en mi tierra, una disculpa, aunque sabemos que nunca ha habido un dolo y de pronto tenemos hacer este tipo de espacios de declaratorias muy concretas para que a nadie le quede duda de dónde proviene, en este caso, los maravillosos alebrijes de la familia Linares. Muchas felicidades.

Gracias, Martí, gracias por la sensibilidad y honor a quien honor merece.

Gracias.

ANTROPÓLOGA MARTA TUROK (MT): Muy buenas tardes a las autoridades presentes; a la familia Linares; a la senadora Susana Harp, que ha estado desde antes de su gestión, ya preocupada por estos andares del Patrimonio Cultural Intangible, de cambiar las leyes para crear un marco legal para su protección.

Amigos invitados, hoy celebramos la culminación de un proceso de acompañamiento que ha llevado varios años. Agradecemos profundamente lo que nos acaba de decir Argel y que, seguramente, hará mención el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres.

Este empujoncito, porque son muchas reuniones y mucho discutir y mucho analizar y pedir: “hagan esto, hagan lo otro, cámbienle, pongan esta palabra y la otra”, y finalmente estamos hoy aquí recibiendo y partiendo hacia un nuevo terreno, nuevos territorios para continuar con lo que se requiere para que este reconocimiento pase a otras fases.

La hoy llamada "cartonería" nació como una actividad artesanal durante el virreinato. Los talleres familiares trabajaban todo el año y ofrecían sus productos siguiendo un calendario litúrgico y cívico: piñateros para diciembre; “judas”, “juderos” para el Sábado de Gloria; jugueteros para Corpus Christi y fiestas patrias; y las calaveras de hilo o sololoy para las ofrendas del Día de Muertos.

El genérico "cartoneros" nacería años después, a través de Leonardo, aquí presente; él decía: "Necesitamos un término que englobe", y así surgió el término "cartoneros".

¿Qué son? Son figuras de bulto o tercera dimensión de diversos tamaños y formas, se forman usando papel periódico, cartón y engrudo, harina y agua. ¿Qué son? Materiales humildes, que hoy llamamos de reciclaje, entre más usados mejor, los cuales cubren moldes, recubren moldes, originalmente, algunos de barro, ahora de yeso o estructuras gigantes de carrizo y también figuras de libre modelado.

Se terminan decorando con pinturas, alguna vez eran anilinas y luego entraron otros tipos de pinturas y muy importante: todas, todas, originalmente, se rompen, se queman o desaparecen con el tiempo.

Entre diablos, payasos y calacas, también surgirían “judas” gigantes que satirizan políticos y personajes del momento y deleitan al público hasta el último cohete que vuela la cabeza, es siempre el último.

Quizás contribuyó este aspecto de ser una sátira, quizás contribuyó a que un memorable regente en la Ciudad de México, particularmente sensible a la crítica, los prohibiera en la década de los 1960, aduciendo riesgos a la población en una urbe creciente, hay algo de cierto en eso y en la actualidad las quemas se realizan con permisos especiales y mayor cuidado, sin embargo, la tradición fue más que la prohibición, una de las definiciones de lo popular.

Diego y Frida, por ejemplo, estaban enamorados de los “judas”, los consideraban una expresión artística pura, sin pretensiones, y los fueron coleccionando, quizás fueron los primeros coleccionistas de la cartonería popular; convivían y conviven, convivían en sus espacios de vida y siguen ahí, en sus espacios de obra, de museos y de sus estudios.

Así, en la década de 1940 surge Pedro Linares, un artesano de tercera generación del barrio de La Merced, jocoso, dicharachero y muy trabajador; trabajaba en el techo de la casa, acompañado de sus hijos. Sin querer queriendo, revolucionaría a este noble oficio, sería un testigo más de su tiempo; la segunda mitad del siglo XX se caracterizó por numerosas innovaciones y redireccionamiento del quehacer artesanal, al surgir un nuevo consumidor abierto a nuevas expresiones.

De “judas” a alebrije fue un proceso de transformación: le fueron saliendo cuernos, alas y cola; Pedro, finalmente los definió como la síntesis de cuatro o más partes de animales en una sola figura, hizo realidad esos sueños y delirios hasta en el nombre, inventó la palabra “alebrijes”.

Se acompañó también del desarrollo del tema de la muerte como objeto de contemplación: la muerte humanizada en torno a la vida cotidiana y festiva. En ambos casos, la familia Linares destaca por su capacidad creativa y sus acabados refinados, Pedro obtendría el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1990.

¿Cuál es la aportación, finalmente, de Pedro Linares y de su familia? Conservar las tradiciones populares que sus abuelos y padres le habían heredado, aportar una invaluable creación al arte mexicano y a las mismas tradiciones populares. De un arte efímero brotó una nueva expresión artística mexicana y, como dijo Argel, chilanga.

Así que yo estoy muy contenta por esta celebración, me da mucho gusto que todas las reuniones, que todo lo que hemos hecho para que la Declaratoria se lleve a buen puente, a buen término, se esté realizando el día de hoy.

Muchísimas gracias.

NIETO DE DON PEDRO LINARES, LEONARDO LINARES (LL): Buenas tardes a todos. Yo creo que cuando Pedro Linares trajo estas fantásticas figuras llamadas “alebrijes”, no pensó ni siquiera ver esto que ahora nosotros aquí tenemos como un bien inmaterial, los alebrijes. Yo creo que nunca pensó, ni soñó todo lo que iba a revolucionar dentro de las bellas artes y de las artes populares.

Entonces, nosotros estamos muy agradecidos, tanto a nuestro gobierno como a nuestro pueblo de México que nos ha dado constancia de que sí se pueden las cosas y que se pueden hacer cosas bellas, cosas bonitas en nuestro país.

Y que la artesanía de nosotros y de las artes populares, hablando en general en todas las ramas artesanales, yo creo que es un buen comienzo para que el gremio artesanal sea respetado también, que tengamos un respeto propio.

Y gracias a esto, a esta iniciativa que ha tenido nuestro Gobierno de la Ciudad de México, tengamos ahora un bien inmaterial de los alebrijes de Pedro Linares, porque es la única artesanía mexicana, chilanga que tenemos dentro Ciudad de México, todas las demás son artesanías residentes dentro de nuestra Ciudad de México, pero la única artesanía de la Ciudad de México es el alebrije.

Muchas gracias.