Mensaje del Jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama; de la secretaria SGIRPC, Myriam Urzúa Venegas, durante Conmemoración "a 50 años del Golpe de Estado en Chile" y nombramiento del patio poniente del Antiguo Palacio del Ayuntamiento “Salvador Allende"

Publicado el 11 Septiembre 2023

JEFE DE GOBIERNO, MARTÍ BATRES GUADARRAMA (MBG): Muy buenos días a todas y todos. Saludo fraternalmente, con cariño, a Sebastián Labra, encargado de negocios y consejero de la Embajada de Chile en México; también, buenos días al maestro Ricardo Ruíz, secretario de Gobierno; a la arquitecta Myriam Urzúa, secretaria de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil; y a la fiscal Ernestina Godoy Ramos.

En estos días hemos realizado la entrega de las Llaves de la Ciudad de México a Isabel Allende que, además de ser hija de Salvador Allende, es una parlamentaria de una larga trayectoria, y también al senador Insulza le entregamos las Llaves de la Ciudad.

Se han realizado también, en la Ciudad de México, conciertos, actividades cinematográficas, conferencias de carácter cultural y político; y también, en días pasados, apenas el viernes, nombramos “Salvador Allende” a uno de los 293 PILARES que hay en la Ciudad de México, que son centros comunitarios de nuestra gran ciudad. Es decir, ha habido una intensa actividad con motivo de los 50 años del golpe de Estado en Chile, que se conmemora precisamente el día de hoy.

Existen, por lo menos, cinco fuertes razones para recordar con intensidad ese momento en nuestro país. Primero, habría que señalar que Salvador Allende fue el primero en alcanzar la victoria de las fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda, por la vía pacífica electoral y constitucional en América Latina.

También, durante su mandato buscó la vinculación, el entreveramiento de la transformación social y de la democracia; la conjugación de los principios de la libertad y de la igualdad.

Asimismo, en tercer lugar, México jugó un papel importante en la relación con Salvador Allende. Aquí recibimos a Salvador Allende, en nuestro país, siendo presidente, en la Universidad de Guadalajara, en el recinto de Donceles y Allende, donde hoy está el Congreso de la Ciudad de México, que entonces era la Cámara de Diputados, y también aquí, en el Palacio del Ayuntamiento, en el Salón de Cabildos, recibimos a Salvador Allende.

Pero no solo eso, sino que después del golpe de Estado, México abrió sus puertas a los chilenos que eran perseguidos, primero, en la Embajada de México en Chile, con la gran actuación del Embajador Gonzalo Martínez Corbalá; y después, en México recibimos a miles y miles de chilenos que pasaron a formar parte de nuestra vida académica, institucional, social, cultural y política durante muchos años y echaron raíces, como lo hemos podido ver, algunos de ellos, destacados funcionarios y funcionarias del Gobierno de la Ciudad de México.

Pero diría también, otra cosa más, en cuarto lugar, la brutal violencia que se derivó después del golpe de Estado, la persecución, los asesinatos en masa, los asesinatos sumarios, las desapariciones forzadas, la tortura, fue un punto de referencia de lo que no puede suceder jamás en América Latina.

Diría por ello, que es muy importante analizar, en quinto lugar, un tema fundamental, que es la falta de compromiso de las fuerzas políticas conservadoras y de derecha con la democracia y las libertades. Esto es fundamental tenerlo en cuenta, saberlo, ser conscientes de ello para cuidar nuestra democracia en México y en todos los países de América Latina.

Cuando la derecha no ha triunfado por la vía de las urnas, muchas veces cuando le es posible recurre a los actos de fuerza. Así, en América Latina tenemos un largo historial de golpes de Estado de las fuerzas conservadoras y de derecha como el 1954 contra el Presidente Jacobo Árbenz en Guatemala o el de 1964 en Bolivia o el de 1976 en Argentina, más recientemente, en 2019, el golpe de Estado en contra del Presidente Evo Morales.

Pero también deben tomarse en cuenta los llamados “golpes blandos”, por ejemplo, en contra de Manuel Zelaya en 2012, en Honduras; también en 2009 en contra de Fernando Lugo en Paraguay; y en Brasil, en 2016, en contra de Dilma Rousseff. Golpes desde el Legislativo o desde otros poderes en contra de los presidentes o presidentas legalmente, constitucionalmente investidos.

Aquí en México tuvimos dos experiencias, en 1988 y en 2006, señaladamente de fraudes electorales para arrebatar la victoria a los candidatos de la izquierda y las fuerzas progresistas que triunfaron en esos momentos.

Esto nos habla de la enorme responsabilidad que tenemos para cuidar la democracia porque somos conscientes que las fuerzas conservadoras y de derecha no tienen compromiso con la democracia, solo defienden la democracia cuando triunfan ellas, pero no cuando triunfan las fuerzas progresistas y de izquierda.

Aquí, en este Palacio del Ayuntamiento, estuvo el Presidente Salvador Allende; es tal el cariño y el recuerdo positivo que tenemos de su presencia en México, que por Declaratoria del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, a partir del día de hoy, este Patio se llama Patio “Salvador Allende” del Palacio del Ayuntamiento de la Ciudad de México.

Al cumplirse 50 años del golpe de Estado en Chile, el hecho es recordado, justamente también, por la congruencia inquebrantable de Salvador Allende con la democracia; Salvador Allende llegó por la vía de la democracia al Gobierno de Chile y gobernó en democracia y defendió la democracia hasta el último minuto de su vida.

Gracias a Allende por abrir el camino de transformar en democracia, con democracia y por la democracia; y gracias a Allende, la transformación social en democracia está en el horizonte de muchos pueblos de América Latina en nuestros días, entre otros, México.

¡Viva la democracia! ¡Viva Salvador Allende!

¡Viva Chile! Y ¡Viva México!

Muchas gracias.

SECRETARIA DE GESTIÓN INTEGRAL DE RIESGOS Y PROTECCIÓN CIVIL, MYRIAM URZÚA VENEGAS (MUV): Con su permiso, Jefe de Gobierno. Primero, muchísimas gracias, por la gentil invitación a rendir homenaje a compañeras y compañeros de lucha, en la conmemoración del cincuentenario de la noche cruel que ahogó a Chile en la barbarie.

Me emociona hacerlo y, en particular, hacerlo aquí, en mi otra patria. Hoy quiero honrar a Salvador Allende Gossens, hombre extraordinario que hace 50 años resistió hasta su última hora a un imperio que anhelaba la riqueza mineral de Chile y que temía al contagio del ejemplo de socialismo construido en democracia.

La oligarquía local, que no reconocía más patria que el dinero, impuso con sangre y fuego una dictadura cruel que se extendió por 17 años. Salvador Allende, en su disyuntiva última, se negó entregar a los traidores los símbolos de la democracia acosada y pagó con su vida la lealtad de su pueblo.

Su legado digno sigue alentando la vocación transformadora en el mundo, demostró que igualdad y libertad podían conjugarse en un proyecto transformador y que, en democracia, se podía y se debía dar cauce al anhelo de justicia y de derechos.

Les negó a los cobardes mancillar su investidura y defendió en desigual combate la sede y las instituciones de la República. Ante la metralla, bajo el bombardeo aéreo, de cara a los tanques que atacaban la sede del gobierno, encontró la templanza para grabar en la conciencia de la historia su palabra luminosa: “Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza”.

Esta historia se había empezado a escribir en Chile un 4 de septiembre de 1970, tres años antes, hace 53 años, con el triunfo de la Unidad Popular, coalición conformada en diciembre de 1969 por la alianza entre el Partido Socialista, el Partido Comunista, Disidentes de la Democracia Cristiana, el Partido Radical, el Partido de Izquierda Radical, la Acción Popular Independiente y el Movimiento de Acción Popular Unitaria la cual, encabezada por el Presidente Salvador Allende, iniciaba en esos momentos un sueño colectivo: transitar al socialismo mediante la vía pacífica, desde la democracia y construir una sociedad justa que fuera respetuosa con la libertad y con los derechos humanos.

En su primer discurso de victoria en el Estadio Nacional fue claro y potente al decir: “Chile abre un camino que otros pueblos de América y el mundo podrán seguir. La fuerza vital de la unidad romperá los diques de la dictadura y abrirá el cauce para que los pueblos puedan ser libres y puedan construir su propio destino”.

Una vez ratificado por el Congreso como el nuevo Presidente de Chile, Salvador Allende comenzó a implementar un programa de profundas reformas. Se inicia el proceso de nacionalización del cobre, en el que el Estado pasa a controlar de manera exclusiva los yacimientos cupríferos del país, estatizando aquellos que se encontraban en manos de capitalistas privados extranjeros.

Se profundiza la Reforma Agraria con el propósito, primero, de recuperar la soberanía popular en los campos asolados por el latifundio y la explotación de millones de campesinos que apenas podían sobrevivir con los salarios del hambre; y segundo, para diversificar la producción agrícola y modernizar las faenas del campo.

Se promueve una Reforma Educacional en todos sus niveles, a fin de hacer obligatoria la formación de los niños y permitir que pudieran concurrir a las universidades no solo los hijos de los ricos, sino que también los chilenos de la clase media y del mundo obrero.

Se plantea crear las condiciones para emprender la Reforma Constitucional y se pretendía también, convocar a una Asamblea Constituyente que refundara una nueva institucionalidad que evitara que el poder del dinero y de los grandes medios de comunicación, definieran la agenda política, económica, social y cultural del país.

Se tomaron medidas para el aumento de ingreso, justicia social, educación, salud, lo que evidentemente chocaba con las reglas del mercado; para hacer frente al crecimiento descontrolado de la inflación, se establece un sistema de control de precios a lo cual los empresarios respondieron directamente con el desabastecimiento.

Todos estos cambios que empezaron a materializarse fueron fuertemente resistidos por todas las fuerzas opositoras, que inician una campaña del terror propiciada y financiada no solamente por el poder político nacional, sino también desde los Estados Unidos. Los sectores empresariales y gremiales realizan huelgas y protestas y acciones de sabotaje contra el gobierno.

En este marco es que el 11 de septiembre de 1973 se consuma el golpe de Estado, articulado conjuntamente por oficiales sediciosos de la Marina y del Ejército Chileno, con apoyo militar y financiero del gobierno de los Estados Unidos y de la CIA, así como de organizaciones terroristas chilenas, y que culmina con la muerte del Presidente Allende y una brutal represión contra los estudiantes y trabajadores.

Marca un hito en el cual se abrió una compuerta por donde el horror y el miedo se instalaron en nuestra cotidianidad, en nuestras biografías personales y en nuestra historia colectiva; se abrieron las puertas de la barbarie y los poderosos de siempre se volcaron a la tarea cruel de apagar el anhelo de construir una sociedad justa.

No obstante, en esa mañana gris del 11 de septiembre de 1973, que apagó la vida de Salvador Allende, también empezaron a germinar, mucho más allá de las fronteras, las semillas de su ejemplo. Hoy, a lo largo del mundo se honra la memoria del “Presidente Mártir”; sus enemigos, en cambio, habitan las cloacas de la historia.

Soy, con orgullo, parte de una generación que imaginó que otro mundo era posible, que se reveló frente a una realidad que normalizaba la miseria y la explotación, que creyó y acompañó a Allende en cada intento y, aunque impaciente, como corresponde a la juventud en ese momento, creyó que el camino exigente de sumar voluntades y votos abría cauces efectivos a la esperanza de cambio de los oprimidos.

Desde el corazón de esta ciudad de la esperanza a la que sirvo con orgullo, mi gratitud sin límites a México, la patria que junto a miles nos acogió, la patria que elegí, el pueblo generoso donde se ha podido desplegar capacidades, formar familia y continuar la ruta que nos fijó Allende: trabajar sin descanso en la construcción de sociedades dignas.

Ayer, desde Chile, nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró, que de Salvador Allende aprendió que una verdadera transformación depende del esfuerzo para despertar la conciencia cívica de los pueblos.

Y esta revolución de las conciencias para construir una fuerza transformadora, requiere de mucho trabajo educativo con la gente y de predicar con el ejemplo; exige temple, exige convicciones, exige perseverancia, pero, sobre todo, demanda definición y acciones en favor de los más necesitados, en favor de los pobres.

Y en esa tarea estamos hoy: Por el bien de todos, primero los pobres.

Muchísimas gracias.

ENCARGADO DE NEGOCIOS Y CONSEJERO DE LA EMBAJADA DE CHILE EN MÉXICO, SEBASTIÁN LABRA GREZ (SLG): Buenos días a todos. Antes que nada, maestro Martí Batres, muchas gracias por esta invitación; querida Myriam, un gusto en verte; funcionarios, colegas y amigos todos de Chile.

Mucho se ha dicho, mucho se ha hablado, yo no soy nadie para poder referirme a nuestras autoridades, por eso quiero, antes que nada y principalmente acá en México, decir gracias, decir gracias a México, decir gracias a su pueblo, decir gracias a sus autoridades y decir gracias a todos.

¿Por qué? Porque en un día como hoy, donde conmemoramos hechos que fueron muy traumáticos para la sociedad chilena, hay una cosa que es muy importante destacar en este país: que México abrió las puertas a todos los chilenos que tuvieron que partir de su país, muchos de ellos están acá, están acá hoy con nosotros, está nuestra querida Myriam Urzúa representándolos a todos ellos, donde un país, donde los acogió, los acogió culturalmente y les permitió, asimismo, ser parte de una sociedad abierta, de una sociedad incluyente, donde les permitió poder encontrar un lugar y sentirse acogidos, les permitió también dar su potencial y contribuir a una sociedad como la mexicana.

Chilenos que partieron en ese momento están acá con nosotros, como les decía, e hicieron un aporte sustancial en el ámbito académico y también en el ámbito político, por ello hoy mi abrazo y mi reconocimiento está para todos ellos y todos los que hoy en día nos acompañan acá.

Hemos querido, como embajada, poder hacer una conmemoración a todos los sucesos; y hoy, después de 50 años, a través de actividades culturales, a través de conversatorios, a través de la música, a través del arte, a través de la fotografía, hemos querido recordar porque no se puede olvidar, siempre hay que recordar para poder hacer historia y poder construir un país mejor.

Y en ese esfuerzo de recuerdos, de conmemoración, el Gobierno de la Ciudad de México sigue presente, el Gobierno central sigue presente abriendo las puertas de su casa, de sus hermosos edificios para poder acoger muestras de todo tipo, muestras artísticas, como les decía, y también debate en torno a lo que sucedió.

Por eso, mis palabras son solamente agradecimiento: agradecimiento, agradecimiento a México, agradecimiento a las autoridades, y a todos los mexicanos que hoy nos acompañan. Solamente eso tengo.

Muchísimas gracias.