Mensaje de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo; durante la bienvenida al Ahuehuete

Publicado el 05 Junio 2022

JEFA DE GOBIERNO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO (CSP): Muy buenos días a todos y a todas, muchas gracias por su presencia el día de hoy.

Quiero agradecer, además de a todas y todos ustedes y a quienes nos ven; agradecer a la fiscal General de Justicia, Ernestina Godoy que está hoy con nosotros, a la senadora Olga Sánchez Cordero, a nuestros alcaldes, alcaldesas y a sus representantes; por su puesto a Mardonio Carballo, que hizo una maravillosa exposición a todos los compañeros, compañeras; Sebastián, muchas gracias y a la procuradora Ambiental, –y por supuesto– muchísimas gracias a quienes hoy nos donaron este bellísimo Ahuehuete, muchas gracias, de verdad, un aplauso por favor, porque vino desde Nuevo León este Ahuehuete caminando hasta llegar a este lugar de Reforma.

Antes de hablar de esta siembra, de esta plantación, quiero mencionar –porque es fundamental– hablar de los desaparecidos y desaparecidas que hoy están manifestándose en este emblemático lugar de Reforma.

Hubo, no sé si decirle presidente –creo que no–, porque llegó con un fraude electoral en 1988, que dijo, ni los veo ni los oigo; y nosotros queremos decirles a los familiares de los desaparecidos que los vemos y que los oímos y que están en nuestro corazón y que su dolor es parte del dolor de todas y de todos los mexicanos.

Los desaparecidos en México tuvieron un terrible y trágico origen, la desaparición forzada por parte del Estado Mexicano; vivimos, los que tenemos cierta edad, vivimos una época en donde el Estado aquellos que no coincidían con sus posiciones políticas llegaban a desaparecerlos.

Aun doña Rosario Ibarra de Piedra –que acaba de fallecer– no pudo conocer el destino de su hijo, como muchas otras más mujeres que vivieron esa desaparición forzada por parte del Estado.

Después vino una terrible guerra contra el narcotráfico que dejó manchado de sangre a nuestro país de otro que también llegó con el fraude electoral a México y que dejó sembrado mucha sangre en México; y hoy vivimos todavía las secuelas de esa terrible guerra contra el narco. Afortunadamente hoy hay un Gobierno y un Presidente en nuestro país que siembra futuro, que siembra esperanza, que siembra Jóvenes Construyendo el Futuro, que siembra vida sembrando árboles por todo el país.

Hoy, es un momento de esperanza, de transición, de acabar con el viejo régimen y construir un México con justicia.

Eso estamos viviendo hoy, y por ello, estamos con ustedes y vamos a seguir con ustedes, y vamos a reunirnos con este grupo y con todos los grupos que luchan por la defensa de los Derechos Humanos en nuestra ciudad y en nuestro país, eso es lo que nos distingue; somos un gobierno de puertas abiertas, sensible y que luchará siempre, siempre donde estemos por la justicia en nuestro México.

El día de hoy, llega aquí –a Paseo de la Reforma– un Ahuehuete. Paseo de la Reforma es una de las más bellas avenidas de nuestra ciudad; la Ciudad de México es –en realidad– la ciudad de todas y todos los mexicanos, no solamente de quienes vivimos aquí, es la capital de México; aquí en cada lugar, en cada pedacito de ciudad, en cada persona, en cada habitante, hay una persona que representa a los 31 Estados de la república y a la propia Ciudad de México; somos la capital de México, la capital de los mexicanos.

Y el Ahuehuete que se siembra hoy, –mexicanos y mexicanas–; y el Ahuehuete que se sembramos hoy, aquí en Paseo de la Reforma, pues es justamente eso, es para todas y para todos los mexicanos.

El Paseo de la Reforma se diseñó –en su momento–, por el terrible segundo imperio de México e invasión francesa. Posteriormente, fue nombrado Degollado, en honor a Santos Degollado; y, finalmente, Lerdo de Tejada –en honor a Benito Juárez– le llama Paseo de la Reforma, que nos recuerda hoy la segunda gran transformación de nuestro México.

Aquí hay diversas glorietas, en Paseo de la Reforma, que reflejan de una u otra forma la historia de México; aquí en este lugar había sido diseñado un monumento, pero históricamente se quedó una palma, esa Palma que dio vida a muchas generaciones de nuestra ciudad, y que hoy deja su lugar para un bello Ahuehuete, un árbol que tiene su significado en el náhuatl, como: árbol… como “viejo de agua”.

Este árbol que llega hoy, este Ahuehuete que nace de la Palma es el símbolo nacional. Por eso digo que, como capital de todos los mexicanos, recibimos hoy a este Ahuehuete como símbolo de nuestra historia, como el símbolo de nuestra nación, como el símbolo de nuestra patria.

Y yo quisiera que recordáramos a este Ahuehuete de diferentes formas, pero una de ellas es con la grandeza de México, lo que es nuestro país, lo que es nuestra patria; nuestra historia, desde sus culturas originarias hasta lo que representa hoy, con la Cuarta Transformación de la vida pública de México.

El Ahuehuete, representa hoy, también, el amor por la naturaleza, representa lo que significa la responsabilidad que tenemos todos para proteger nuestros recursos naturales y construir una sociedad en donde el medio ambiente tenga una cabida y no una sociedad que se desarrolle a partir de la destrucción de nuestros recursos naturales.

Hoy, el cambio climático y muchos otros fenómenos nos recuerdan que la historia de la humanidad y la historia, hoy, de nuestro país y del mundo entero tiene que tomar en cuenta, necesariamente, la protección de la naturaleza y la protección de los recursos naturales. Un desarrollo sustentable que mire por la igualdad social, que mire por el desarrollo económico incluyente, pero que también mire por la protección de nuestros recursos naturales.

Este Ahuehuete representa, también, a México megadiverso, a la riqueza natural y a la riqueza cultural de México. Y, también, este Ahuehuete representa la ciudad que queremos y el país que queremos. Este Ahuehuete representa al México al que siempre vamos a aspirar y por el que siempre vamos a luchar, un México libre, un México soberano, un México diverso, un México libre, un México en paz y un México por justicia.

Amamos la tierra donde nacimos y este Ahuehuete, significa eso, la lucha siempre por la justicia y la construcción de la paz; la lucha por un México que proteja sus recursos naturales, amamos a México, amamos a este Ahuehuete, y este Ahuehuete significa hoy, la lucha por la justicia, la lucha por la paz; el reconocimiento del momento histórico que estamos viviendo en nuestro país, un México en donde nunca jamás, se apagará la llama de la esperanza.

Muchas gracias a todas y a todos.

SECRETARIA DEL MEDIO AMBIENTE, MARINA ROBLES GARCÍA (MRB): Muy buenos días, un gusto estar aquí, en este momento tan importante para la ciudad.

Hace mes y medio en este mismo sitio –donde ahora recibimos al Ahuehuete– despedimos a una palma que acompañó a la ciudad a lo largo de muchos momentos de su historia. El Ahuehuete que ahora lo sucede –un individuo de 20 años, 12 metros de altura, aproximadamente 10 toneladas de peso– llegó a la ciudad hace dos semanas proveniente de Nuevo León.

Este Ahuehuete, que ahora sucede a la Palma, donado por Los Viveros Regionales y el Vivero Los Encinos –a quienes aprovecho para agradecerles su generosidad, a la familia Cavazos–, fue elegido entre miles de personas para que nos acompañara y engalanara la vida de la ciudad de México.

Anoche, mis compañeras y compañeros de la SEDEMA, los trabajadores de Green Cover y su dueño, Omar Rodríguez, y el señor y su equipo, Ricardo Serrano, trabajaron durante todo el día para finalizar los trabajos de varias semanas para poder plantarlo y dejar iniciados los trabajos de lo que será esta glorieta, muchas gracias a todos ellos.

También, por supuesto, muchas gracias a mis compañeros de la Secretaría de Obras y Servicios, del Sistema de Aguas de la Ciudad de México y de SEMOVI, que fueron fundamentales para los trabajos de diseño que aún continuaremos en esa glorieta.

El Ahuehuete llega simbolizando varias de las ideas y de los logros que esta ciudad representa y por lo que esta ciudad trabaja; el primero, es la fuerza de las decisiones colectivas que –en este caso– buscaron el rescate y el valor de lo nativo, un Ahuehuete, el árbol emblema de nuestro país, que en 1921 se eligió como el árbol nacional por su majestuosidad, su belleza y su larga vida.

Simboliza, también, los logros que la ciudad ha alcanzado en su búsqueda por el respeto de las diferencias, por el valor de la diversidad, una palma cuyo heredero es un Ahuehuete.

Es, también, un símbolo de esperanza; estos seres que pueden vivir hasta 2 mil 500 años nos expresan la voluntad y fuerza que la ciudad tiene para abrirse futuro. Su decisión de vivir por siempre, de trabajar y construirse como ciudad sustentable, como ciudad incluyente, como Ciudad de Derechos; y este símbolo de esperanza no se sustenta en ideas vanas sino en el trabajo y los logros que deja y que podemos ver paulatinamente en la ciudad, un trabajo que tiene que ver con nuevas formas de liderazgo y con la ambición de transformación –para bien– de una ciudad como esta y que nos muestran, entre otras cosas, algunos ejemplos en los que me detengo muy brevemente.

De 2016 a la fecha, solamente en el caso de aves, hemos logrado aumentar que 42 especies más habiten en la ciudad, de 355 a 397. Hemos aumentado a siete –que parece poco– los registros del lince americano en el Desierto de los Leones, esta especie de gato montés; o los avistamientos de zorra gris, que pasaron de ocho a 27 en el Bosque de Tlalpan; o incluso la sorprendente aparición de coyotes, cuyos registros no se tenían desde hace muchas décadas.

La presencia de estas especies nos habla de que están encontrando alimento y refugio, de que la ciudad le abre las puertas a la naturaleza, esa de la que es parte, de la que somos parte. Por eso, plantar un Ahuehuete en el Día Mundial del Medio Ambiente no solo es plantar un árbol más en la Ciudad de México, es también construir futuro.

Como diría don Natalio Hernández en su poema “Así habló el Ahuehuete”, aquí empieza mi nueva esperanza.

Muchas gracias.

SUBSECRETARIO DE FOMENTO Y NORMATIVIDAD AMBIENTAL, DE LA SECRETARÍA DE MEDIO AMBIENTE Y RECURSOS NATURALES DEL GOBIERNO DE MÉXICO, ALONSO JIMÉNEZ REYES (AJR): Buen día a todos, a todas.

A nombre del maestra María Luisa Albores González, secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno de México, saludo con mucho gusto y agradecemos la invitación a la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la Ciudad de México, quien siempre ha sido una gran aliada y promotora dela conservación y la protección de los recursos naturales, de los derechos de las y los ciudadanos.

También saludo a la doctora Marina Robles García, secretaria del Medio Ambiente de la Ciudad de México, con quien colaboramos de manera permanente para garantizar el derecho a un medio ambiente sano, para los habitantes de nuestra capital.

Saludo a Sebastián, quien es un ejemplo de la importancia de sembrar a temprana edad, la semilla de la curiosidad y el amor por el conocimiento, las ciencias, las artes. Para germinar profesionistas al servicio de la nación.

Senadora, Olga Sánchez Cordero, procuradora Ambiental, Mariana Boy, al poeta Mardonio Carballo, señores Adrián y Miguel Cavazos, por la generosidad, senador y ahora secretario de Gobierno, Martí Batres. Por su puesto, a la procuradora Godoy.

A todos los, a todas las autoridades y por supuesto a los invitados y ciudadanos que hoy se dan cita, muy buenos días.

Hoy, en el marco del día mundial del medio ambiente, podemos promover la reflexión y buscar acciones que nos permitan hacer frente al reto que significan el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.

Estas problemáticas, no exigen seguir trabajando en el cambio de rumbo para restaurar el equilibrio, entre lo ambiental, lo social, lo político, lo económico y lo cultural. El lograr un desarrollo sostenible para ofrecer una vida buena a las próximas generaciones.

Es por ello que, desde la SEMARNAT, buscamos replantear la relación con la naturaleza, y nuestro lugar en ella. La naturaleza es origen, sabiduría, salud y la vida misma. Consideramos esencial, recuperar la articulación de saberes y la gran experiencia de los pueblos indígenas. No solo en cuanto a formas de uso y manejo de los bienes naturales; sino en la actitud que debemos tener frente a nuestra madre tierra.

Está en este espacio emblemático de nuestra ciudad, es un claro ejemplo de que el respeto hacia la naturaleza puede y debe tener lugar en las grandes urbes. Necesitamos promover el acercamiento de las y los habitantes de la Ciudad de México a la naturaleza y a las formas de preservarla.

Damos la bienvenida a este ejemplar de Ahuehuete, elegido por las ciudadanas y los ciudadanos para formar parte de nuestro paisaje urbano, para reforzar nuestra identidad como mexicanas y mexicanos, como habitantes de la Ciudad de México.

El Ahuehuete es un símbolo de la cultura de México, se le han atribuido cualidades sagradas y ha sido parte de la historia de los mexicanos; son árboles legendarios e imponentes, como imponente es la Historia de la Ciudad de México. Estos árboles han formado parte de la vida de nuestras localidades, tan es así, que dan nombre propio a muchos lugares de México: Ahuhuepan, Ahuehuetes, Ahuehuetitla, Ahuehuetitlán, Ahuhuetla y Ahuehuetzingo, tan sólo por citar a algunos.

En México han existido también emblemáticos y famosos Ahuehuetes: como el Ahuehuete de Chalma, que tiene más de 300 años; como el histórico “Sargento”, que vivió en el Bosque de Chapultepec; y, por supuesto, cómo no citar el emblemático Árbol del Tule, en Oaxaca.

Ahora lo que antes conocíamos como la Glorieta de la Palma, será la sede de este simbólico árbol del pueblo de México, que plantará sus raíces y crecerá como un inigualable símbolo a la naturaleza, junto con las familias de la Ciudad de México.

Celebremos juntos, sociedad y Gobierno, el Día Mundial del Medio Ambiente, con este importante acto para nuestra Madre Tierra, refrendando así el compromiso con nuestra historia y con el cuidado y promoción del Medio Ambiente.

Muchas gracias a todos y a todas. Y bienvenido y larga vida a nuestro Ahuehuete.

POETA Y PERIODISTA, MARDONIO CARBALLO (MC): Hola, ¿qué tal?, ¿cómo están? Buenas, buenos días, todavía.

Este árbol no tiene pies ni cabeza, tiene historia; es un árbol, por pies echa raíces y por cabezas frondas. El viejo de agua es vegetal, sus arrugas son accesos líquidos al tiempo, sus cicatrices lloran savia de huesos del subuelo. A-atl, agua, huehuete; huehue viejo, Ahuehuete, el viejo de agua.

El viejo de agua se ha hecho viejo, tiene recuerdos de árbol niño, tiene memoria de sus mitos encapsulados, sus secretos penden desde sus hojas de frente y del envés de los siglos. Canta pájaros lirios, llora ciudades y huesos antiguos.

Ríe trinos verdes, este árbol no tiene tiempo, es un árbol. Clepsidra vegetal que sube y atrae lluvia; que mide, se sacude (inaiduble)

El viejo de agua fue un día árbol viejo-niño; le tocó doblar hacia el viento y sentir los pasos del invierno, supo de la desnudez del otoño cuando escasearon las hojas, su árbol madre le contó de la época de las mariposas.

Entre volando conciliaba el sueño, hasta que el viejo de agua emplumaba otra vez de verdes azules, de verdes cielos, tornasolados. Sonreía sacudiéndose verde otra vez.

El viejo de agua se recuerda de las noches de truenos, donde las sombras se asomaban en el estruendo luminoso; eran árboles, eran jaguares, eran águilas, reptiles pequeños que al fragor de la tormenta y la luz retomaban su poder y tamaño prehistóricos. El viejo de agua, cuando era niño, también sentía terror.

El viejo de agua quiso un día renunciar a sus frondas, envidiaba las flores del pochote, los tonos rosas de sus flores, así que probó acercarse un día, haciéndose cómplice del viento (inaudible) juntos la travesía, la travesura, pero al acercarse le dieron de tal forma a las espinas del pochote que entre vida se fue forjando su identidad de agua, madera y longevidad.

Huahuitl y eso, al viejo de agua lo sorprendió un día la noche, en pleno cenit se oscurecieron los cielos, y sintió a las aves que le tomaban por casa adornarle, con sus confundidas alas regresando a destiempo a sus nidos. La luna se tragaba al sol, en el cielo de él, solo quedaba un diamante de luz, el miedo se apoderó de los hombres, las mujeres buscaron listones rojos, las embarazadas se los pusieron en los vestidos, los hombres enterraron sus armas, las mujeres enterraron sus utensilios de cocina.

El viejo de agua sintió temor, la savia lo recorre todo, lo cimbra. Siente destellos, delirios pasados ecos, la memoria le destempa la corteza, se estremece el árbol, se mece. Nubarrones le oscurecen los cielos, recuerda el árbol lo no vivido, lo heredado por las raíces, el viejo de agua se puso a recordar.

Vienen los hombres de hojalata vestidos de codicia, vienen con sus lanzas y sus bueyes, centaurus malignos saliendo del mar. Vienen con sus cazas marinas, vienen vestidos de hojalata y sal. (inaudible) el viejo de agua se sacude, pesadilla humana te trastoca, no se pueden ver los de aquí, con los de allá; corazones, coronan las lanzas; espadas atraviesan los sexos; doncellas mancilladas, mancebos decapitados, la guerra entinta la tierra y el subsuelo. El viejo de agua tiene visiones rojas, se crea el mundo destruyéndolo.

Este árbol, este árbol no tiene pies ni cabeza, tiene memoria; es un árbol por pies echa raíces y por cabezas frondas. El viejo de agua se ha hecho viejo, tiene recuerdos de árbol niño, tiene memoria de sus mitos.

El viejo de agua llora, por la noche triste de los hombres, por la noche triste de las mujeres, por los vencidos, por los derrotados, por los vencedores que serán vencidos, por los hombres de hojalata, por los hombres cobrizos.

La savia lo recorre todo, lo cimbra, siente destellos pasados, ecos, la memoria le destempla la corteza, se estremece el árbol, se mece. Nubarrones le oscurecen los cielos, recuerda el árbol lo no vivido, lo heredado por las raíces, el viejo de agua recuerda lo no vivido, lo heredado por sus raíces.

Atl, agua; Ahuehuete, huehue, viejo.

Ahuehuete, bienvenido el viejo de agua.

Tlazcamati niac.

MINI BIÓLOGO SEBASTIÁN (S): Hola, yo soy Sebastián, tengo 11 años y me encanta aprender y hablar sobre Ciencia –soy el mismo de la otra vez-.

Me siento muy feliz de darle la bienvenida al nuevo árbol, que ahora bendecimos. Para recibirlo, investigué un poquito sobre él, el Ahuehuete es reconocido como nuestro árbol nacional, es un árbol que le gusta crecer en zonas con mucha humedad –como ven– ya es hermoso, pero cuando sea más grande lo será aún más.

Vive muchísimos años –al menos 2 mil-. Uno de los parientes del nuevo Ahuehuete de la Ciudad de México es el que está en Santa María el Tule, en Oaxaca, y los historiadores y biólogos estiman que tiene más de mil años.

Ahuehuete quiere decir: “Viejo de agua”, en náhuatl, en otras partes de México se le conoce también como Sabino o Ciprés de río, a pesar de que habita en las orillas de los ríos, arroyos y riachuelos, se adapta bien a muchos sitios, siempre y cuando tenga riego.

Es un árbol que mantiene sus hojas durante todo el año por eso es de los árboles llamados perenes o siempre verdes. Tiene dos formas de crecimiento, una vertical y otra horizontal; las ramas verticales son persistentes, pero los brotes horizontales caen a final de otoño; las flores masculinas y femeninas crecen en el mismo árbol, sus semillas tienen una forma triangular o a veces redonda; el tronco del Ahuehuete es lo que más llama la atención de todo porque puede alcanzar desde dos hasta 18 metros de ancho, como el Tule, y de alto puede alcanzar hasta los 40 metros.

El Ahuehuete es uno de los más increíbles árboles que existen porque vive muchísimos años y es hermoso y fuerte. Hoy, que se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, es un día que nos ayuda a recordar que, sin una naturaleza sana, nosotros tampoco podemos estar bien.

Bienvenido a nuestro nuevo Ahuehuete, recibámoslo con calidez, cuidémoslo y también cuidemos todos nuestros ecosistemas.

Muchas gracias.