Mensaje de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, durante el evento México-Tenochtitlan, más de siete siglos de historia

Publicado el 13 Mayo 2021

JEFA DE GOBIERNO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO (CSP): Señor Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador; estimada y querida Dilma Rousseff, Expresidenta de Brasil; al presídium, amigos, amigas, representantes de distintas naciones.

Hoy, conmemoramos nuestro origen; hoy, conmemoramos a la Gran México-Tenochtitlan y con ella, a nuestros pueblos originarios, su resistencia cultural; hoy conmemoramos la grandeza de México por su historia, que proviene de culturas milenarias y centenarias.

Este año se celebran dos siglos del México Independiente y se cumplen 500 años de la llamada Conquista, pero tomamos la decisión –precisamente este año– de celebrar a los Mexicas, al origen, a la resistencia, a la grandeza de esa civilización y todas las que construyeron y precedieron al náhuatl, a las 68 lenguas, porque estamos orgullosos de esa historia, porque es nuestra grandeza que funda el nombre de nuestra Nación

Durante muchos años, se construyó la idea –incluso por la educación pública– de la Conquista como un acto civilizatorio; la barbarie de los aztecas frente a la visión civilizatoria occidental, como la única poseedora de lo culto; el monoteísmo como única fe y cosmogonía válida; la moralidad española contra la inmoralidad mexica; el idioma español –el de la Real Academia–frente a los dialectos precolombinos.

Décadas más recientes, muchos antropólogos e historiadores, pero sobre todo la resistencia de nuestros pueblos, han mostrado al mundo la grandeza de la cosmogonía, conocimiento de la astronomía, la construcción matemática, la riqueza de la vida y la muerte, la deidad femenina y masculina, la construcción cotidiana de ofrenda al día y a la noche, la construcción constitucional y política de los mexicas, su desarrollo mercantil y, también, su dominación sobre otros pueblos, y la guerra y el tributo.

La historia no es la de los vencedores que formaron la idea de un mestizaje amistoso, un encuentro pacífico de dos mundos. La historia es diferente, los españoles invasores cometieron traiciones y actos genocidas, como las terribles matanzas de Cholula o el Templo Mayor, donde los invasores se lanzan contra familias que celebraban fiestas tradicionales a sus dioses.

La mayor parte de la historia Mexica proviene de fuentes españolas o del periodo colonial temprano, a través de diversos códices, y son la principal manera que tenemos de conocer las historias del origen del Altépetl del Valle de México, pero también por tradiciones orales que se han guardado por más de 500 años.

El mito, el relato o la historia, de acuerdo con este Museo del Templo Mayor, es que los Mexicas llegaron de Aztlán –después de una larga peregrinación–, así fundaron la Gran Tenochtitlan en el Lago de Texcoco, guiados por su dios Huitzilopochtli.

La Tira de la Peregrinación señala que Aztlán estaba ubicado en una isla donde había seis calpullis y un gran templo –probablemente dedicado a Mixcóatl–; después que los mexicas llegaron a Teoculhuacan en el año 1-pedernal, partieron ocho calpullis encabezados por cuatro teomamaque, uno de ellos identificado como Tezcacóatl, quien cargaba a Huitzilopochtli.

Según el mito, Huitzilopochtli ordenó que fundaran la ciudad donde estuviera “un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente”. Siguiendo ese designio, los mexicas deambularon por varios lugares, siempre en busca de la señal; de acuerdo con la Tira de la Peregrinación, la gente de Cuitláhuac se separó del resto de los calpullis.

Más tarde, los mexicas llegaron al Valle de México y pasaron por varios pueblos, hasta que se asentaron en territorio de los tepanecas de Azcapotzalco, finalmente, encontraron el sitio señalado por Huitzilopochtli en un islote del Lago de Texcoco.

El mito, leyenda, historia, narrativa fundacional del México-Tenochtitlan fue acompañada –como lo muestran sus deidades, cultura, tradiciones– de historias de origen y migración de otras culturas previas, y de pueblos contemporáneos vecinos, aliados y rivales de los mexicas.

Aquí donde nos encontramos, hace siete siglos se edificó una ciudad en donde ya habitaban tepanecas, culhuacanes de otros pueblos, que configuró, como lo describió en la ya conocida narrativa de Bernal Díaz del Castillo “Y otro día por la mañana llegamos a la calzada ancha y vamos camino de Iztapalapa. Y desde que vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua y en tierra firme otras grandes poblazones, y aquella calzada tan derecha y por nivel como iba a México, nos quedamos admirados y decíamos que aquello parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cúes y edificios que tenían dentro del agua y todos de calicanto y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños, y no es de maravillar que yo escriba aquí de esta forma porque hay mucho que ponderar en ello que no sé cómo lo cuente: ver cosas nunca oídas, ni aun soñadas como veíamos...”

La caída de México-Tenochtitlan abrió una historia de epidemias, abusos y 300 años del México colonial; pero la palabra conquista –y por ello la reflexión indispensable– implica la eliminación de una diversidad que conforma nuestro México pluricultural; de la riqueza de los más de 7 millones de mexicanos y mexicanas que hablan y conservan y procuran 68 lenguas; de las cosmovisiones, del sincretismo y no sincretismo, del reconocimiento y reivindicación de nuestros orígenes culturales previos a la llegada de los españoles.

Si no hacemos eso, si no lo cuestionamos, si no nos cuestionamos, estamos condenados a seguir preservando una cultura de la discriminación y la renuncia a nuestra historia de la de nuestros pueblos originarios.

Reconocer la riqueza de la historia, la reivindicación de nuestros pueblos originarios, el reconocimiento de su resistencia cultural, social, e incluso política, es obligación de los millones de mexicanos y mexicanas que construimos todos los días esta Cuarta Transformación de la vida pública de México.

La Ciudad de México tiene una historia milenaria. La primera civilización que dejó vestigios arqueológicos es la cuicuilca, que data del 800 antes de nuestra era. La ciudad es uno de los ejes de Mesoamérica, que dio al mundo el maíz, el cacao, el jitomate y otros cultivos que alimentan y sostienen la cultura gastronómica de diversas naciones, que nos dejó sus lenguas, sus culturas vivas.

Hace siete siglos en esta ciudad se levantó la legendaria Tenochtitlán, cuna de la cultura mexica, a partir de la cual llevamos el nombre de nuestro país: México.

Ciudad con un pueblo solidario, participativo, que muestra al mundo todos los días que nada la vence.

Como Jefa de Gobierno de esta hermosa y grandiosa Ciudad de México, no pretendo más que estar a la altura de este pueblo milenario que cada día nos hace sentir más y más orgullosos.

México-Tenochtitlan, hoy te rendimos tributo.

Muchas gracias.