Mensaje de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo; de la Secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero; y de la Escritora, Elena Poniatowska Amor, durante el Homenaje Nacional “Elenísima, 90 Años”
JEFA DE GOBIERNO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO (CSP): Muy buenos días… tardes.
Elena: yo estoy emocionada, realmente, de estar contigo, con tu familia; licenciado Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación; Alejandra Frausto, secretaria de Cultura; Jenaro Villamil; secretarios y secretarias del Gobierno de México; amigos y amigas de Elena.
Fui a ver a Elena, a su casa, hace unos meses y le pregunté: ¿Qué desearías que hiciéramos el día de tu cumpleaños 90? Me contestó con la virtud y nobleza que caracteriza: “Si vamos a hacer algo, hablemos de las protagonistas de mis crónicas, de mis libros”.
Así que, inevitablemente hablemos primero de “La Noche de Tlatelolco”, libro que es una crónica, testimonio, mosaico de voces que hilan y van construyendo el movimiento estudiantil y la cruel matanza del 2 de octubre del ‘68. Ese libro, publicado en 1971, va más allá de las voces que, con crudeza, van mostrando el genocidio ordenado desde la cúpula del poder.
“La Noche de Tlatelolco” se convirtió en una herramienta de lucha y denuncia, una bofetada en medio de 1971, de “Los Halcones”; un libro que mostró, en un momento definitivo en la historia, a un régimen represivo. Por ello, con su publicación, Elena se convirtió entrañablemente en un símbolo, ella tomó partido del lado de los estudiantes, de forma valiente y decidida.
Con su pluma, que devela la historia, ahí estuvo para visualizar la cruda y sangrienta realidad de esa noche. Muy pocos lo hicieron; Elena lo hizo.
Es mucho, muchísimo lo que significa Elena en la historia de la segunda mitad del Siglo XX y el XXI. Por su pluma libertaria, que hizo visibles luchas, personas que hicieron la historia no oficial del México de la censura, pero además, fue de las primeras que habló de la violencia y de la condición de desigualdad de las mujeres; ella ha hecho visible a las soldaderas, artistas, luchadoras.
En las decenas de historias que Elena ha ido contando con su maravillosa, franca y puntilluda pluma, nos ha ido mostrando de “Hasta no verte Jesús mío”, con Jesusa Plancarte, historias de mujeres insurrectas que, con su grandeza, entereza, convicción, vida, arte, lucha y vida cotidiana, han ido construyendo el México que no se contaba: el de las mujeres.
“Querido Diego, te abraza Quiela”, “Tinísima”, “Leonora”, fuerte es el silencio que relató la lucha de doña Rosario y las madres de los desaparecidos de la Guerra Sucia; Elena dio voz a Evangelina Corona y las costureras de 1985.
Dice Elena, en una entrevista en 2018, que le hace W Magazine, con su claridad infinita que traspasa siempre lo políticamente correcto: “Las mujeres no eran consideradas ciudadanas, ni siquiera almohadas, son colchones”.
En “Las indómitas”, Elena cuenta historias de mujeres, pero más allá de eso, hace un manifiesto con su crónica de la lucha permanente por darle a la mujer el lugar que le corresponde, por abrir los ojos a la sociedad, la injusticia para con las trabajadoras del hogar y a quienes abrieron brecha en la lucha feminista en México.
Y es una mujer que, desde hace mucho, desde el principio da voz a mujeres para crear conciencia sobre la situación de las mujeres.
Elena Poniatowska es periodista, escritora, activista comprometida con la sociedad, con las causas nobles, justas del pueblo de México; y así como ha dado voz a las mujeres, también lo hizo con movimientos sociales, tomando partido sin titubeos.
Estuvo en los momentos más difíciles, con su presencia, con su aplomo y gallardía en el movimiento al que pertenecemos; ahí en el Zócalo, en el Zócalo lleno, junto a Monsiváis y muchos otros, dio testimonio del fraude electoral. Nunca dudó, jamás; eso sí, siempre franca, como debe ser.
Cuando era yo niña, en casa se hablaba de Elena Poniatowska; leí “La Noche de Tlatelolco” a los 14 años; no tuve oportunidad de conocer personalmente a Elena, hasta mucho después, pero la primera vez que estuvimos juntas, con algunas otras personas, me enamoré de su sencillez, pero mucho también de su humor; si estás con Elena, siempre pasaras un momento verdaderamente divertido y te sorprenderás con sus comentarios sagaces.
Así que, Elena, es inevitable que hablemos de ti, aunque no lo quieras, hoy día de tu cumpleaños, porque te queremos demasiado, porque no te rindes; pero no solo eso, le has dado voz, sin titubeos, a muchos y muchas protagonistas de las luchas sociales que han forjado nuestra Patria y que nos han llevado al lugar en donde estamos y donde seguimos luchando con esperanza.
Porque eres un símbolo, Elena, para todas nosotras, para todos nosotros; porque nos has dado vos, porque has hablado de nosotras desde hace décadas.
Gracias, Elena, por darnos tanto, por querer y amar tanto al pueblo de México, por seguir escribiendo, por el último “Amante polaco”, por reivindicar la lucha de las mujeres, de las causas más nobles, por no titubear nunca, por tu franqueza y por tus decenas de libros.
Elenita, con amor, que sean muchos, muchos años más de la gloria de tenerte.
Gracias, Elena, por existir.
SECRETARIA DE CULTURA DEL GOBIERNO DE MÉXICO, ALEJANDRA FRAUSTO GUERRERO (AFG): Muy buenos días a todas, a todos.
Licenciado Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación y representante del Gobierno de México; doctora Claudia Sheinbaum Pardo, Jefa de Gobierno y coorganizadora de este festejo; Jenaro Villamil, Presidente del Sistema Público de Radiodifusión y, hoy, representante del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y amigo entrañable de Elena; Lucina Jiménez, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Secretarios, Marcelo Ebrard Casaubon, Luisa María Alcalde; vocero Jesús Ramírez; servidores públicos; representantes sociales del Senado; de la Cámara de Diputados; familia y amigos de nuestra festejada: Elena Poniatowska Amor.
Les damos la más cariñosa de las bienvenidas al Palacio de Bellas Artes, máximo recinto para la creación en México.
Elena, Elenísima, muchas personas te llaman también, con cariño: Elenita, me parece –quizá– que es por la devoradora capacidad de hacer preguntas como niña, aun a tus 90.
La niñez pregunta sin filtros, sin dobles agendas, pero con profunda sabiduría; Elena también sube las escaleras corriendo como una niña; los niños son imanes de amor, como tu apellido, y es por eso que has hecho que nos reunamos aquí hoy.
Hay voces, talentos y miradas de artistas de todas las generaciones, consolidados y en ciernes, que se han sumado para homenajearte: La Orquesta Carlos Chávez, la Compañía Nacional de Teatro, 40 niñas y niños de los “Semilleros Creativos” de Solferino, Quintana Roo; Tenancingo, Tlaxcala; Ecatepec, Estado de México; y Monclova, Coahuila.
Además, reunidos también, tus cariños: Javier Aranda, Marta Lamas, Blanche Petrich, María Cortina, Antonio Lazcano, La Nacha Rodríguez, Paula Mónaco Felipe, Liliana Felipe, Jesusa Rodríguez, María Teresa Priego, bajo la dirección de Rubí Tagle.
Y tantas almas y corazones más que se reúnen a tu alrededor hoy, donde quiere que estén: Tu Monsi, Chaneca; tus amores que están en las estrellas, y tanto más que siguen esta jornada desde Canal 22, desde el 21 y del 14.
Gracias, Elena querida, princesa que decidió caminar la tierra y ser periodista; gracias por dejarnos celebrar tu vida, tus causas, tus luminosos trazos hechos letra que han pintado a todo México.
Nos has dado tanto, Elena, que hoy solo te toca gozar y recibir.
¡Feliz Cumpleaños!
ESCRITORA, ELENA PONIATOWSKA AMOR (EPA): Es muy bonito estar hoy, a los 90 años; es muy bonito verlos a ustedes, ver todas sus caras, ver su cariño, el cariño también de los músicos y de todos los que han participado.
Le agradezco muchísimo a Alejandra, que haya organizado esto; y, sobre todo, también a María Cortina, a quien le dije que me gustaría ver niños, que amo a los niños; y, a mi gran cuate –que está escondido por ahí–, Javier Aranda; y, a mis grandes: a Jesusa, a Liliana, con quien he caminado muchas calles del Zócalo; y, a los que ya se fueron: a Carlos Monsiváis, que debieron… a José Emilio Pacheco, yo soy mayor que ellos, ellos debieron irse después.
Estoy muy emocionada, aquí están, también, mi hijo mayor, Mane; mi hijo Felipe; Paula, mi única hija; todos mis nietos y ustedes, que también son mis nietos, todos ustedes.
También, le agradezco mucho a Lucina, la directora de aquí, porque la vi en el velorio de un gran pintor, Pablo O´Higgins, en realidad se llama Paul, se quitó el Paul, se puso Pablo y caminó del brazo de Leopoldo Méndez e hicieron lo que se llama, lo que todavía existe un poco, El Gran Taller de Gráfica Popular.
Y recuerdo ahorita a todos los amigos y las amigas que me han precedido y que, a lo mejor nos están viendo –espero–.
Gracias. Gracias es una palabra muy bella, y la digo… se las digo desde aquí, desde el fondo del corazón: Gracias.