Impulsar la autonomía económica de las mujeres es la clave para reducir la violencia y la desigualdad: Pablo Yanes Rizo

Publicado el 01 Abril 2025
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● De acuerdo a estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que realizan las mujeres representa entre el 18 y el 23 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México.

Durante la conferencia Autonomía Económica para Mujeres, organizada por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), su titular, Pablo Yanes Rizo subrayó la importancia de desfeminizar, desfamilializar y desmercantilizar el sistema de cuidados y el trabajo doméstico ya que sin autonomía económica es difícil que las mujeres construyan un proyecto de vida independiente y tengan la capacidad de rechazar las diferentes formas de violencia.

En su participación destacó que “cerrar las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres es una tarea fundamental, y la autonomía económica es el primer paso. Lograrlo implica una batalla cultural y política profunda”, refirió.

Yanes Rizo, resaltó que si se fortalece el poder de decisión de las mujeres dentro de sus familias y en la sociedad. Tales como las políticas como la renta básica o el ingreso universal pueden contribuir a la conciliación entre la vida personal, familiar y laboral, favoreciendo la igualdad de género.

De acuerdo a estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que realizan las mujeres representa entre el 18 y el 23 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México, lo que equivale al total del presupuesto federal. Sin este aporte, la economía del país colapsaría. Además, este esfuerzo constituye un subsidio de género que favorece la economía formal sin ser reconocido ni remunerado.

Durante la conferencia Autonomía Económica para Mujeres y en el marco de las actividades para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, Yanes Rizo enfatizó que, si bien ha habido avances en autonomía física y política, estos aún son insuficientes. La persistente desigualdad se debe no solo a la brecha salarial, sino también a la concentración de las mujeres en labores de cuidado y trabajos de tiempo parcial, lo que interrumpe sus trayectorias laborales y limita su acceso a mejores puestos y salarios.

En México, la brecha de inserción laboral entre hombres y mujeres recién egresados de la universidad es de 20 puntos porcentuales. Esta disparidad también se refleja en la jerarquía laboral: los hombres ocupan la mayoría de los puestos mejor remunerados, y la estructura corporativa de grandes empresas sigue dominada por varones. En los consejos de administración, la paridad de género es casi inexistente, perpetuando un desequilibrio significativo.

Las mujeres rurales enfrentan aún mayores desafíos debido a las barreras en el acceso a la propiedad de la tierra, lo que restringe su acceso al crédito y limita sus oportunidades económicas. La mayoría de las mujeres se insertan en el mercado laboral en condiciones de trabajo precarias, con remuneraciones bajas o nulas.

Según Yanes Rizo, la autonomía económica de las mujeres requiere no solo ingresos propios, sino que estos sean suficientes para garantizar independencia. De lo contrario, se perpetúa la subordinación y la dependencia, lo que facilita la violencia y la desigualdad social. Para ello, es esencial diseñar políticas públicas de gran alcance, modificar las jornadas laborales y establecer un sistema público de cuidados que alivie la "pobreza de tiempo" de las mujeres. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha impulsado iniciativas en esta dirección, como la creación de lavanderías en las Utopías, donde los hombres reciben descuentos al llevar la ropa, incentivando su participación en las tareas domésticas.